Respecto a la información publicada en la edición de Cataluña de EL PAÍS el 11 de julio sobre las colonias de niños saharauis en esta comunidad, desde la Associació Catalana d'Amics del Poble Saharaui (ACAPS) queremos hacer las siguientes aclaraciones. En primer lugar, el titular de la noticia ('Diferencias en la organización dejan sin familia de acogida a 100 niños saharauis') es totalmente incorrecto ya que no hay ningún niño que se haya quedado sin familia de acogida. Este año han llegado a Cataluña todos los niños saharauis previstos, 800 (85 más que el verano pasado), y todos ellos están acogidos en otras tantas familias catalanas. Por otra parte, no hay discrepancias entre 'dos entidades organizadoras de las colonias', puesto que se trata de un proyecto de cooperación organizado por una entidad, la ACAPS, con una contraparte, el Frente Polisario, y con numerosas entidades colaboradoras.
La ACAPS, y el Frente Polisario no han impedido a ninguna familia participar en el proyecto de colonias (como se recoge en el artículo, 96 municipios donde no está presente esta entidad han acogido niños), por lo que las familias 'decepcionadas por la situación' deberían preguntarse por qué las entidades de su municipio no han querido integrarse en un proyecto que, como no puede ser de otra forma, respeta las demandas de la contraparte local saharaui. Lo que su periódico define como 'seguir las directrices del Frente Polisario' no es más que respetar los criterios de los representantes de la población con la que se quiere cooperar, un requisito a nuestro entender imprescindible para cualquier acción de solidaridad. Finalmente, lamentamos que un periódico como el suyo dedique tanta y tan sesgada atención a estos hechos y a las declaraciones de las personas que no han querido participar en el proyecto de colonias para niños saharauis, mientras otorgan tan poco espacio a las 90 entidades, 138 ayuntamientos y 800 familias que durante estos dos meses trabajan en la solidaridad con un pueblo que se halla todavía enfrentado a los intentos de legitimar una ocupación ilegal, a la inoperancia de las Naciones Unidas, la reducción de la ayuda internacional a los refugiados y a la preponderancia de los intereses de los poderosos frente a los derechos y libertades de los pueblos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de julio de 2001