Marie Laberge no inventa nada. Crea una situación y unos personajes posibles y, a partir de ahí, los hace dialogar. Es una fórmula en apariencia sencilla que obliga a hacer equilibrios con las palabras para no caer en las numerosas trampas que tiende la realidad cuando lo que se quiere es imitarla, construir un universo verosímil. Tal vez por esto, Laberge se aproxime a los códigos cinematográficos, porque es ahí donde el naturalismo se ha mantenido, donde las convenciones nos hacen creer que lo que vemos es la pura realidad.
Una situación posible es, por ejemplo, una casa familiar el día de Navidad. El reencuentro de cuatro hermanas y la madre. Pero esta vez no será, en ningún momento, una reunión feliz. De lo que hablarán es de la madre, que padece Alzheimer, y de la hermana pequeña, que, tras un accidente, sufre amnesia total y no ha retenido ni el más pequeño recuerdo de la infancia. Es una reunión que dejará aflorar todas las rencillas, los egoísmos, las angustias, los odios. En realidad, la situación y los personajes son posibles porque la malla que la canadiense Marie Laberge teje con las palabras va creando psicologías sólidas, transforma el tópico y lo hace humano. Oblidar es un texto sobre todo lo que olvidamos del pasado para poder soportarnos. Un olvido que se hace imposible cuando retornas a los orígenes. Es entonces cuando regurgitas lo que has olvidado: un retorno al infierno de la infancia.
Oblidar
De Marie Laberge. Traducción: Joan Casas. Dirección: Lurdes Barba. Intérpretes: Mercè Anglès, Rosa Cadafalch, Anna Güell, Judith Lucchetti, Andrés Moreno. Escenografía y vestuario: Antonio Belart. Iluminación: Jaume Ortiz. Artenbrut. Barcelona, 8 de julio.
Lurdes Barba, junto con las intérpretes, se ciñe al guión, que exige un trabajo interior. Antes de llegar afuera, las palabras han de haber transitado por la mente. Es un trabajo delicado de construcción de personajes marcado por el cronómetro de los sentimientos. Como las olas que sólo revientan tras hincharse el mar, también las palabras han de cargarse de sentido antes de lanzarse al público. Un excelente trabajo de dirección.
Mercè Anglès, Rosa Cadafalch, Anna Güell y Judith Lucchetti interpretan a las hermanas. Andrés Moreno es un personaje que sólo llega para ser expulsado, un individuo incómodo del mundo exterior que se introduce en ese otro mundo cerrado de la familia. Ellas están muy bien. Hacen un trabajo matizado, delicado, sin trampas. Anna Güell me gusta especialmente porque se aleja de una imagen en que había quedado encasillada. Forman un equipo sólido que hace que la situación, los personajes y los diálogos sean, sobre el escenario, definitivamente posibles. Una única crítica. Oblidar es un espectáculo para el invierno, reflexivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de julio de 2001