'Todo comenzó a explotar a mi alrededor', aseguró Jimmy Bellieni, un fotógrafo británico que se encontraba en el aeropuerto de Bandaranaike en el momento del ataque. 'Nunca he pasado tanto miedo en mi vida', dijo Astrid de Jong, una turista holandesa. Entre los cuatro heridos civiles no hay ningún turista y, según el Ministerio de Exteriores, no había ningún ciudadano español en el aeropuerto. Cuatro mil extranjeros se encuentran atrapados en la isla, cuyos vuelos con el exterior han sido suspendidos.
Los guerrilleros de los Tigres de Liberación de la Patria Tamil, que luchan por la independencia del norte y este del país, atacaron primero una base del Ejército cercana al aeropuerto, donde destruyeron ocho aviones militares, y luego se lanzaron contra la terminal internacional, donde tres Airbus de las líneas aéreas de Sri Lanka quedaron destrozados y otros dos gravemente dañados. Los daños ascienden a 400 millones de dólares (76.000 millones de pesetas).
El Ministerio de Defensa anunció que las fuerzas aéreas esrilanquesas bombardearon ayer posiciones de la guerrilla tamil en el norte del país, mientras que la presidenta de Sri Lanka, Chandrika Kumaratunga, convocó una reunión de urgencia del Gabinete.
El ataque, el primero de la guerrilla en Colombo desde noviembre, se produce en un momento en que los mediadores noruegos intentaban que los tamiles y el Gobierno volviesen a la mesa de negociaciones. El asalto se produjo en el aniversario del estallido de la guerra civil, en 1983, después de la masacre de cientos de tamiles.
Los tamiles representan el 12% de la población esrilanquesa y están asentados sobre todo en el norte y el este del país, donde se concentra la mayoría de los enfrentamientos. El sur, más seguro, está lleno de complejos turísticos. La etnia mayoritaria (79%) es la cingalesa, que controla el Gobierno y el Ejército. Unas 60.000 personas han muerto en la guerra civil.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de julio de 2001