'El ruido ensordecedor de Madrid se nota mucho más en verano, estación en la que verdaderamente resulta insoportable', se queja Íñigo. '¿No sería posible que las instituciones políticas de la Comunidad y de la capital, que tan caras nos cuestan, se gastaran algunos dineros en concienciar a la gente para que no brame al salir de las discotecas, también a los que adquieren las máquinas de las obras públicas para que compren las más silenciosas, a los operarios que las emplean para que intenten ahorrar sufrimiento a los que padecen esta plaga...?'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de julio de 2001