Desde hace algún tiempo la tranquilidad y el bienestar se han terminado. En el campo y en las poblaciones pequeñas todavía no nos ha llegado el turno de protección. Tenemos una Constitución que nos debería garantizar una seguridad y un trato para todos igual, pero los señores que nos piden el voto en las elecciones se olvidan de sus deberes.
Da la sensación de que tenemos a las fuerzas del orden preparadas para calentarnos cuando nos manifestamos por alguna causa bien justificada. La gente del campo y de la ciudad, en este caso de Cambrils, estamos abandonados y desprotegidos frente a los individuos indocumentados e incontrolados.
Desde la Subdelegación del Gobierno de la Nación se nos dice que no hacemos denuncias. Desde aquí hacemos una y buena, tenemos unos políticos que no velan por el bienestar y la seguridad de los ciudadanos. Los campos y cultivos de Cambrils los queremos limpios de mangantes y de gente de mal vivir.
Nos hacemos solidarios con la Cooperativa Agrícola de Cambrils por su iniciativa de denunciar públicamente el clima de inseguridad en el que viven los payeses a causa de los constantes robos en las masías del término. Tres personas han vivido recientemente esta inseguridad en sus masías.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de julio de 2001