Leo en el periódico que existe una empresa, Dolores Cortés, en la que solamente se emplean mujeres, por decisión de su propietaria. A pesar de esta política de discriminación sexual, esta industria ha recibido varios galardones, algunos de ellos de la Administración. A mi entender, en esta empresa se está discriminando a las personas por razón de su sexo, y su propietaria está llevando a cabo una estúpida manera de seleccionar a su personal. Ésta es una muestra más de la perniciosa manía de burlarse o menospreciar la condición masculina: a veces se dice que todos somos brutos, sucios, insensibles, simples y sátiros; otras veces escuchamos que no sabemos lo que pintamos en el mundo. Lo último que me faltaba es tener que abominar de mi condición de hombre en aras de una pretendida superioridad de la hembra.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de julio de 2001