El príncipe Felipe de Edimburgo ha vuelto a meter la pata. Famoso y temido a partes iguales por su propensión a decir inconveniencias en público, el esposo de la reina Isabel II de Inglaterra le aconsejó ayer a un muchacho de 13 años que adelgazara si pretendía cumplir su sueño de convertirse en astronauta. Andrew Adams admitió luego que el comentario le había dolido, pero que se las arregló para fingir que lo consideraba una broma. Su madre, Jacqueline, en cambio, se puso furiosa y criticó al príncipe por atreverse a herir los sentimientos de un menor ilusionado con los vuelos espaciales. Por si le sirve de consuelo, Felipe de Edimburgo no ha tenido reparos en describir en el pasado la ciudad de Pekín como un lugar espantoso durante una visita oficial a China, o en calificar de 'trabajo de indios' (como sinónimo de mal hecho) la instalación eléctrica efectuada en un local de la comunidad hindú.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de julio de 2001