Los sonidos sabrosos de este ex mano derecha de James Brown pusieron el broche final con baile incluido a la edición de los Veranos de la Villa de este año. Conforme a su costumbre, Maceo Parker preparó una larga velada en directo de dos horas y media, en la que en la cazuela del ritmo se cocieron a fuego lento soul, funk, jazz, rap y otras excitantes especias musicales.
Hipervalorado
Maceo Parker
Maceo Parker (saxo alto, flauta y voz), Corey Parker (voz solista, rap y coros), Ron Tooley (trompeta), Greg Boyer, (trombón), Bruno Speight (guitarra eléctrica), Will Boulware (órgano), Jamal Thomas (batería), Rodney Skeet Curtis (bajo), Martha High y Charles Sweet Sherrell (voz solista y coros). Cuartel del Conde Duque. 2500 y 3000 pesetas. Madrid, viernes 27 de Julio.
Extrañamente hipervalorado en los últimos tiempos, Maceo representa en vivo la mejor tradición del funk jazz puesto en hora, gracias a una apertura de orejas que le permite combinar los ambientes lujosos, sensuales y cercanos de Prince y ciertos escarceos -muy poco callejeros, por cierto- con el rap, de los que en directo fue protagonista su hijo Corey, con asaltos a la nostalgia, como el Georgia on my mind, de Hoagy Carmichael, que popularizara Ray Charles.
Parker tiene el mismo handicap que todos los músicos de acompañamiento que, a la sombra del líder, forjan un sonido especial y ciertamente legendario: luce más como saxofonista e incluso como flautista -en Madrid realizó una breve, aunque lucida, exhibición- que como front man carismático de una banda. De este modo, hasta cuatro cantantes solistas llegó a tener este concierto. Por cierto, no fue Parker el que más destacó en este cometido, sino el melenudo Charles Sweet Sherrell, que tiene planta, voz y movimientos magnéticos.
Largo concierto
Como queda apuntado más arriba, el concierto fue ciertamente largo y cansino -pasiones de fans aparte-. Cuesta aguantar dos horas y media de espectáculo a casi todos los artistas del momento: a la hora y cuarto ya han dicho todo lo que tenían que decir. Aunque, en este caso, Maceo Parker dejó buen sabor de boca e invitó a bailar a una audiencia entregada a él y a las bondades nocturnas del verano de la capital.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de julio de 2001