La erupción del Etna en Sicilia no mostraba ayer ningún signo de remitir. Mientras los servicios de protección civil luchaban para salvar de la lava un centro turístico y una estación científica, la dirección del aeropuerto Fontanarossa de Catania, situado en la base del volcán más activo y alto de Europa, decretó el cierre temporal de sus pistas para limpiarlas de la ceniza acumulada. Los vuelos previstos ayer a Catania fueron suspendidos o desviados al aeropuerto Punta Raisi de Parlemo.
La principal preocupación estaba centrada ayer en el refugio de Sapienza, un conjunto de construcciones -restaurantes, tiendas y un observatorio científico- que sirve de base para las excursiones en la zona. La lava, que expulsa el volcán desde hace 15 días, se encontraba ayer a cien metros de este centro, ya había destrozado el parking, mientras numerosos buldozers intentaban desviarla.
Numerosas explosiones se escuchaban desde los alrededores del volcán, de cuyo cráter emergían cenizas y piedras. 'Esto puede significar un empeoramiento de la erupción y la apertura de nuevas fisuras en el volcán', señaló Orazio di Stefano, un vulcanólogo desplazado a la zona.
Franco Barberi, experto en el Etna y director de Protección Civil, recorrió ayer la zona en helicóptero y luego se reunió con varios alcaldes. La lava que se dirige a la cercana ciudad de Nicolosi está siendo estudiada, después de que una nueva brecha se abriese en la noche del viernes al sábado a 2.100 metros de altura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de julio de 2001