No sé si el señor Anasagasti es un tonto o un malvado. Presumiré, en su favor, lo primero. La
asesina de Torrevieja, muerta por su propia mano, no es una 'chica que con 22 años se mete en una carrera en la cual se convierte en una activista para supuestamente manipular explosivos'. Es una asesina profesional. Ni es una activista, ni manipulaba explosivos sólo supuestamente. Y, naturalmente, no es víctima de nadie más que de sí misma y de una opinión muy extendida en la sociedad vasca que, en lo que se refiere al valor que atribuye a la vida humana, está en la Edad Media.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de julio de 2001