Desde hace años cumplo en estas fechas veraniegas con un 'rito' particular: visitar el castillo de Belmonte, en Cuenca, un monumento único que el marqués de Villena ordenó construir en el siglo XV y cuyos artesonados mudéjares constituyen una joya artística insuperable.
Desgraciadamente, también cada verano compruebo el abandono de esta fortaleza: techos y paredes apuntalados, suciedad, polvo, ausencia de guías que expliquen a los visitantes la fortaleza...
Me parece increíble que ninguna institución (Ayuntamiento, Junta de Comunidades, Estado) haya conseguido llegar a un acuerdo con los actuales dueños del edificio (¿acaso no es posible, por ejemplo, la expropiación cuando hay amenaza de ruina?) para presentarlo a sus visitantes con toda la belleza y esplendor que este castillo y nuestro patrimonio cultural se merecen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de julio de 2001