Ahora que los trabajadores de Sintel ven una pequeña luz al final de un túnel demasiado largo, y deseándoles que su interminable pesadilla se resuelva de la forma más feliz posible, alguien deberá agradecerles su pacífica y ejemplar protesta, sus dignas manifestaciones, su civilizado comportamiento en un situación límite. ¡Admirable forma de encarar un problema terrible para un montón de familias!
Como grupo humano se merecen un premio importante. Que alguien -persona o institución- se lo conceda. Y, sobre todo, que cuanto antes termine su mal sueño.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de julio de 2001