Después de almorzar en el lado brasileño de las cataratas de Iguazú, en la frontera entre Argentina y Brasil, en presencia del anfitrión, Fernando Henrique Cardoso, los líderes británico y argentino sobrevolaron la Garganta del Diablo para reunirse a solas en Puerto Iguazú. Sonrisas, elogios mutuos y parabienes rodearon un encuentro cordial que pretende sellar los tiempos de recelo. Los ministros de Exteriores de ambos países, Jack Straw y Adalberto Rodríguez Giavarini, habían allanado el camino en una reunión mantenida previamente en Londres, que permitió el levantamiento del veto británico para que Buenos Aires sea sede del Tratado Antártico. Blair invitó a su homólogo para una visita oficial al Reino Unido en 2002, año del 20º aniversario de la guerra de las Malvinas.
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Blair ha prodigado en sus dos días de visita a Brasil críticas a la política agraria común de la UE, en sintonía con la postura que mantiene su homólogo argentino. Juan Pablo Baylac, portavoz de De la Rúa, subrayó la importancia de la reunión -no faltó una referencia al conflicto de 1982-y aseguró que en Iguazú mantuvieron un diálogo profundo con vistas al futuro. Argentina confía en un aumento de las inversiones británicas, que ascienden a 4.000 millones de dólares (784.000 millones de pesetas) en los últimos diez años, y en un apoyo explícito al plan de ajuste económico.
Noticias preocupantes
Los buenos propósitos expresados en Iguazú contrastaban con las noticias preocupantes que transmitían los mercados. El índice riesgo país, que mide la solvencia de los países emergentes, se encaramó hasta los 1.700 puntos, uno de los niveles más altos de las últimas semanas, al tiempo que la Bolsa de Buenos Aires cayó un 4,3%.
A pesar de que el Gobierno muestra que está dispuesto a encarar una reforma profunda del Estado, no logra atraer la confianza internacional. Prueba de ello es el escaso volumen de negocios en la Bolsa de Buenos Aires, donde en los últimos tres días no se han alcanzado los 10 millones de dólares. La baja inversión comporta la caída de los títulos públicos, con lo que la prima de riesgo mantiene cifras muy elevadas. El aumento promedio del mes de julio ha sido del 51%, mientras que la caída acumulada del mercado de valores llegó al 20,2% en el mismo periodo.
¿Cómo explicar estos resultados negativos si el Gobierno ha empezado a hacer los deberes que reclamaban los organismos financieros? Fuentes del Ejecutivo denuncian maniobras especulativas, a lo que los analistas de los mercados responden que la desconfianza de meses no se supera en días. Ayer, un día después de la primera jornada de protesta popular contra el plan de ajuste, entró en vigor la Ley de Déficit Cero, que afectará a empresarios, ahorradores, trabajadores, funcionarios, jubilados y pensionistas. El recorte salarial de estos últimos, fijado inicialmente en un 13%, podría alcanzar el 20% debido a la baja recaudación.
En la provincia de Buenos Aires, las arcas del Gobierno que preside el peronista Carlos Ruckauf están bajo mínimos. Hasta tal punto, que los haberes de jubilados y pensionistas están en peligro si el Gobierno federal no transfiere fondos correspondientes a la coparticipación. El gobernador pretende pagar con bonos emitidos por la provincia (llamados patacones) parte de los salarios que superen los 740 pesos (unas 145.000 pesetas) mensuales, lo que de momento ha sido rechazado por un juez que ha aceptado el recurso presentado por tres sindicatos de empleados públicos. El magistrado ha ordenado a la autoridad provincial que haga efectivos los salarios en pesos y no en bonos. El caso de la provincia de Buenos Aires ilustra la precaria situación de gran parte del país, que no consigue romper el círculo maléfico del déficit y el endeudamiento.
A la lista de medidas para siquiera frenar el descalabro económico, se sumó ayer un nuevo refinanciamiento de la deuda que el Gobierno tiene con 14 bancos argentinos para canjear Letras del Tesoro por un aplazamiento de ese débito (las letras cubren el 51% de la deuda, unos 249.000 millones de pesetas, hasta fin de año).
Si las medidas no surten efecto, la Alianza gubernamental afrontará las elecciones parlamentarias parciales del próximo octubre en una situación muy difícil. Y el fantasma del impago de la deuda y del fin de la paridad entre el peso y el dólar resurgirán con fuerza.
[El presidente de EE UU, George Bush, habló ayer con De La Rúa para transmitirle su esperanza en las reformas económicas y le prometió su apoyo para que el Fondo Monetario Internacional anticipe algunas ayudas pendientes a Argentina, informa Efe.]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de agosto de 2001