Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Reportaje:

Explotados por los empresarios e insultados por los ultras

La concentración xenófoba en Las Pedroñeras despertó la curiosidad de sólo 200 vecinos

Apenas 200 vecinos de la localidad conquense de Las Pedroñeras (7.000 habitantes) asistieron ayer a la concentración contra la inmigración organizada por el partido ultraderechista Democracia Nacional (DN) en la plaza de la Constitución. Allí, Laureano Luna, dirigente de la formación, intentó alertarles contra "la invasión de inmigrantes", que "aumenta la delincuencia y amenaza", dijo, "con terminar con los derechos de los trabajadores españoles". Luna y la quincena de militantes de DN que le acompañaban presentaron en el Ayuntamiento una propuesta solicitando el cese de todo tipo de ayuda, "directa o indirecta", a los inmigrantes y que se expulse a los que no estén regularizados. Finalmente, procedieron, todavía con menos éxito, a una recogida de firmas en apoyo de su propuesta. Sólo la respaldaron unas 40 personas. No hubo incidentes. La seguridad estuvo en todo momento asegurada por la presencia de un impresionante dispositivo de la Guardia Civil.

Los inmigrantes malviven en 30 chabolas de madera y plástico y rodeados de basura

Los pocos vecinos que acudieron a la cita lo hicieron movidos más por la curiosidad provocada por el despliegue policial y de medios de comunicación que por las ideas xenófobas de los convocantes. Guardias civiles y periodistas superaban en número a los asistentes al acto. Y sólo unas decenas aplaudieron. Los demás se limitaron a escuchar.

El alcalde, el socialista Rafael Ruiz, manifestó su rechazo a la concentración y explicó que en la comisión de inmigración del consistorio se había aprobado por unanimidad una declaración conjunta en la que se solicitaba a los vecinos que no participasen en el acto y mantuviesen en todo momento una actitud pacífica. Según cálculos del alcalde, en el pueblo hay unos 2.000 inmigrantes, pero sólo 700 trabajan en la recogida del ajo.

El diputado nacional Máximo Díaz Cano (PSOE), también presente, pidió la destitución inmediata del subdelegado del Gobierno en Cuenca, Manuel Horrillo, y, por extensión, del delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Juan Ignacio Zoido, por haber permitido esta concentración pese a que existía el precedente de la prohibición por la Delegación de Gobierno de Murcia de un acto similar en Torre Pacheco.

Los inmigrantes parecían ajenos a lo que ocurría. La mayoría de los magrebíes que viven en el campamento de chabolas improvisado a las afueras de la localidad desconocía la convocatoria.

Sólo a unos cinco minutos a pie de la plaza de la Constitución,entre un campo de ajos y otro de girasoles, se encuentra un grupo de chabolas en las que malviven unos 200 magrebíes. Muchos de ellos no tienen papeles, otros llegaron tarde. Cualquiera de las dos razones son suficientes para no poder acceder a los alojamientos previstos por la organización agraria ASAJA y Cruz Roja para acoger a los temporeros que todos los años acuden Las Pedroñeras a recoger el ajo.

Tras un rótulo en el que se lee "zona de acampada" se encuentra un solar de unos 200 metros de largo y 50 de ancho. A lo largo, a ambos lados, unas 30 chabolas hechas de palos de madera y bolsas de plástico. La abundancia de moscas demuestra que las dos fuentes que hay son insuficientes para atender las necesidades higiénicas de los que allí viven. El suelo está repleto de botellas rotas y hogueras apagadas.

Ahmed, un marroquí que vive en este campamento y que desde hace varios acude a la campaña del ajo, relata que hasta 1998 era fácil trabajar en este pueblo durante todo el verano, pero desde entonces la situación ha empeorado mucho. El trabajo ya no está asegurado.

Por eso, explica Ahmed, cuando los agricultores no van a buscarles, algunos de ellos se presentan por su cuenta en los campos y recogen el ajo durante la noche. Es una manera de forzar al empresario a que les pague. Un agricultor reconoce que precisamente eso fue lo que le sucedió la semana pasada: "Me encontré por la mañana con el ajo ya cortado y en sus cajas". Y, claro, les pagó el jornal.

La inseguridad de sus ingresos hace que se vean obligados a ahorrar por si vienen tiempos peores. "Sólo comemos y cenamos lentejas, que es lo más barato".

El jornal pactado es de 5.600 pesetas por cada 20 cajas de ajos recogidas. Algunos sin papeles se quejan de que a veces lo que les pagan no llega a las 4.000.

Sus relaciones con los vecinos del pueblo no son buenas. Abdelaziz, marroquí de unos 25 años, cuenta que recientemente dos chicos que iban en moto le lanzaron piedras mientras paseaba por el pueblo. Las peleas comienzan a ser frecuentes. Durante el festival de música Ajorock que se celebró en el pueblo, una riña entre un magrebí y un vecino terminó con el inmigrante en el hospital. Da la sensación de que cualquier incidente entre ambos colectivos podría desencadenar conflictos más importantes.

Dicen que se sienten discriminados con respecto al resto de inmigrantes de otras nacionalidades, y que los patronos generalmente prefieren ecuatorianos, portugueses y rusos.

Unos y otros suelen llegar desde Huelva, Almería o Murcia. Son los rumores los que los traen aquí. Después de la campaña del ajo tienen intención de partir hacia Lleida, donde está a punto de empezar la recogida del melón.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de agosto de 2001