"Si no hubiera hecho esto Fiona, me habría sorprendido. Ella siempre tiene que dar bien el primer salto y clasificarse. Yo, en cambio...". Fiona May, la italiana que se quedó por detrás de Niurka Montalvo en la final de Sevilla 99, saltó 6,80 metros en su primer intento. La mínima de clasificación para la final del martes, madrugada del miércoles en España, era de 6,70 metros, así que la italiana de mirada impasible se quitó las zapatillas de clavos, se puso el chándal, recogió sus cosas en la bolsa y sentada debajo de una sombrilla se dispuso a disfrutar analizando a sus rivales. Y viéndolas sufrir.
"Yo lo paso fatal en las clasificatorias", dijo Montalvo después de que un segundo salto de 6,65 metros le diera acceso a la final. "No me vale la experiencia. Siempre me pongo nerviosa porque son un cacao que me armo en la cabeza". Un jaleo. Un lío. Un juego matemático. "Si el primer salto no es bueno", explicó la saltadora de La Habana, nacionalizada española, que se quedó en 6,34 metros en su primer intento, "llega el segundo, llegan las complicaciones. No quieres arriesgar mucho porque un nulo te dejaría para jugártelo todo en el tercero, y no puedes quedarte muy corta porque te ocurre lo mismo. Hay que afinar muchísimo". Afortunadamente, la hispano-cubana tiene recursos de sobra. Si en el primer salto tuvo que acortar los pasos finales para no pasarse de tabla, en el segundo taloneó a la perfección y sin esforzarse aparentemente llegó a los 6,65 metros. Al suspiro de alivio.
Fue la resolución sencilla de un complejo problema agravado además por las insuficiencias del pasillo de salto. El Commonwealth Stadium es un campo de fútbol americano con una pista de atletismo. Los fondos son más bajos que los laterales, con lo que se forma a todo lo largo un pasillo de turbulencias donde campan a su antojo los vientos racheados. "Era imposible calcular bien la carrera", dijo Montalvo, a quien, finalmente, pudo ayudar en la tarea su técnico, Rafael Blanquer, quien estaba en la cama con fiebre y fue capaz de levantarse, con gripe y todo, y llegar al estadio en autobús para sentarse en la banda, frente a su campeona. "Pero fue todo muy complicado. Al salir, el anemómetro me marcaba viento contrario, con lo que alargaba la zancada, pero a mitad del pasillo se hacía racheado y soplaba a favor, con lo que tenía que acortarla. Ha sido difícil el cálculo y lo será también en la final".
Los 6,65 metros de Montalvo fueron la sexta mejor marca de la tarde, tras los 6,80 de May, los 6,74 de la brasileña Maggi, los 6,71 de la húngara Vaszi y los 6,66 metros que compartieron la china Guan y la griega Xanthou. Once centímetros más, de todas maneras, que la marca de la gran favorita, la zanquilarga siberiana Tatiana Kotova, que sólo pudo arañar la clasificación con el tercer salto. "Pero todo eso no significa nada", precisó Montalvo, campeona del Mundo en Sevilla. "La final es dentro de dos días. Será una competición totalmente diferente. Algunas que han pasado hoy apuros, como Kotova, lo harán totalmente diferente en la final".
En la final no estará la campeona de Sydney, la gran Heike Dreschler, que se lesionó en el primer salto. "Lo siento mucho por ella", dijo Niurka Montalvo. "Cuando ves a una compañera lesionarse no piensas que te has quitado una rival de encima, sino que te podría haber pasado a tí. Y que sería lo peor que te podría pasar, después de todo el trabajo que hay que hacer para llegar a un Mundial".
Pero no fue Niurka Montalvo la única española en conseguir su propósito en la jornada de ayer. Nuria Fernández y Natalia Rodríguez se metieron en la final de los 1.500 metros. Nuria Fernández, rezagada unos metros durante toda su serie, se aprovechó de una caida en la última vuelta para escalar posiciones y acabar sexta, con un tiempo de 4m 11,44s. Por su parte, Natalia Rodríguez (4m 08,49s) demostró estar en un gran momento y entró cuarta en su semifinal, ganada, cómo no, por Gabriela Szabo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de agosto de 2001