Como sea que mis diversos oficios requieren un cierto manejo de informaciones históricas, literarias, etcétera, y como mi habilidad electrónica es escasa y muy reciente, dispongo de algunos considerables mamotretos que más de una vez me sacan de dudas o me suministran lo que busco. En uno de ellos, llamado The Timetables of History, o sea una especie de calendario universal más o menos desde el paleolítico hasta el papa Juan Pablo II, unas ochocientas páginas en folio a cuatro columnas, me he entretenido hace pocos días -era una tarde de bastante calor- buscando resonancias domésticas: algún personaje, hecho, nombre o mención producido por los valencianos o propio de su historia. El volumen en cuestión incluye unas 22.500 referencias, de manera que, suponía yo, alguna nos tocará, sobre todo si pensamos en nuestra supuesta gloria tardomedieval, o en los 'paladins de l'art t'ofrenen/ ses victòries gegantines', que dice el himno oficial. Pues no: ni Sorolla, ni Benlliure, ni Pinazo, ni ningún otro gigante victorioso del gremio. Ni el maestro Rodrigo ni el maestro Chapí, qué desgracia. Ni Ausiàs Marc, ni Martorell ni nadie de la pluma, y eso ya es mucho más grave. Ni siquiera el profesor Grisolía, presidente del Consell Valencià de Cultura. Mirando con detenimiento localizo el año 1213, fecha natal del King James I of Aragon, y eso es todo en materia de reyes que consideramos nuestros. Gracias a la iglesia romana, eso sí, aparece nuestro papa paisano ejemplar Alejandro VI Borja (Borgia, claro), con media docena de entradas, y sus queridos hijos César y Lucrecia. Y aparece, una única vez, el nombre de Valencia: asociado a la creación de la universidad el año 1500, mira por donde. Busco Vives, y sí que está: no en la columna Filosofía etcétera, sino en Vida cotidiana, año 1525, cuando publicó De subventione pauperum, pidiendo ayuda al estado para los pobres, dice el libro. Y eso, según parece, es todo lo que somos en el mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de agosto de 2001