El punto 34 de la lista de asuntos para la Asamblea General de Halkidiki (Grecia), del 4 al 10 de septiembre, dice escuetamente: "El presidente adjunto, Gyorgyos Makrópulos, informará sobre los resultados de la inspección que realizó en España junto a Israel Gélfer, miembro del comité ejecutivo". Una interpretación lógica es que la concesión a Cala Galdana sólo depende de un mero trámite.
Sin embargo, Javier Ochoa de Echagüen, presidente de la Federación Española (FEDA), se abstuvo ayer de adelantar la celebración: "La FIDE no ha contestado a mi petición oficial de información. Parece obvio que la candidatura china ha desaparecido, y es improbable que surja de nuevo. Entre otras razones, porque Shengyang ha cambiado de alcalde, y el presupuesto de la Olimpiada supera los 500 millones de pesetas. Pero tengo razones de peso para ser cauto".
Ochoa se refería implícitamente al extraño proceso de esta elección. En contra de lo habitual, la Asamblea General (que aglutina a 160 países) retrasó la elección de la sede en su sesión de Estambul (octubre de 2000) y la delegó en el Consejo Presidencial, un ente mucho más reducido. El acta reflejó esa decisión, pero se omitieron las protestas de Ochoa y su acalorado debate con Makrópulos. Además, en el acta se citaba una tercera candidatura de San Salvador (El Salvador), que en realidad no fue presentada.
La de Cala Galdana, que ya ha organizado con brillantez otros torneos importantes y albergará en octubre el Campeonato de España por equipos, cumplía todos los requisitos cuando fue presentada en Estambul. Dado que la complejidad de una Olimpiada -con más de 2.000 participantes-, requiere mucha antelación en los preparativos, el retraso en la elección de la sede va contra el sentido común. La FEDA temía un trato de favor a Shengyang, donde se disputó el año pasado la Copa del Mundo, dadas las excelentes relaciones entre la FIDE y la Federación China. Algunos directivos de la FIDE afirman en privado que las conclusiones de Makrópulos y Gélfer tras su visita a Cala Galdana fueron muy positivas. Y no consta que inspeccionasen a Shengyang.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de agosto de 2001