Los medios de comunicación, especialmente la televisión, buscan una condena inmediata y visceral ante todo lo que rodea a ETA. Pero se echan en falta análisis rigurosos que profundicen en los objetivos, estrategia y estructura organizativa que hay tras los actos execrables (asesinatos, chantaje, vandalismo) de ETA y sus acólitos. Los objetivos son, al parecer, la independencia de Euskadi y el socialismo, y en cuanto tales objetivos no son, pese a quien pese, más condenables ni loables que sus opuestos la unidad española o el capitalismo. Convengamos entonces que lo único inadmisible son los medios, los actos. De nuevo, no menos que los llevados a cabo por el GAL, las torturas en dependencias policiales, etcétera (más perversos si cabe por ser realizados desde el que debería ser el garante del derecho, el Estado).
¿Es la vía política hacia esos mismos objetivos un camino transitable? ETA y su entorno, directa o tácitamente, vienen a decir que no. Algunos pensamos que se equivocan, pero ¿no les está dando la razón el Gobierno español cuando rechaza de plano la legitimidad de la independencia como objetivo, cortando de raíz todo escenario posible de diálogo y descartando por principio la misma posibilidad de un referéndum?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de agosto de 2001