Sus compañeros le llamaban cariñosamente Pili o Mari Pili. Él era un chico retraído que nunca dio la impresión de sentirse a gusto lejos de casa. Y su fútbol resultó igual de impronunciable que ese apellido tan raro en un uruguayo. Dos años después, Pilipauskas regresó a España tras su nefasto paso por el Atlético de Madrid.
Se convirtió en uno de los símbolos negros del deprimente Atlético de Sacchi y ya no levantó cabeza. Volvió a Uruguay tan rápido como había venido, y en casa parece que es feliz otra vez. Con el Peñarol, ganó la pasada campaña el campeonato uruguayo y anoche en Riazor pareció un futbolista más solvente que aquel otro que se arrastraba por el Manzanares. Jugando de lateral derecho, Pilipauskas incluso se permitió un remate al palo, además de una pequeña escaramuza con Víctor que terminó con un dedo de Barbosa, que salió en defensa de Pilipauskas, en el ojo del español. Después, el propio Pilipauskas comento que el jugador del Depor había pèdido el cambio porque estaba "un poco fastidioso".Ya muy poca gente se acordaba en España de Pilipauskas, como tampoco hay muchos aficionados que conserven en la memoria a Pablo Bengoechea. Pero, en este caso, no porque su estancia en nuestra Liga fuese efímera -estuvo cinco temporadas en el Sevilla- sino porque su repatriación data ya de hace mucho tiempo. Bengoechea ha estirado su carrera más allá de lo imaginable y, con 36 años, se ha convertido en el héroe del Peñarol. En Montevideo le han erigido una estatua de bronce y anoche en Riazor demostró por qué es el jefe del equipo: no hay un solo balón que no pase por sus pies. De la selección le han apartado hace tiempo, pero, cuando las cosas van mal, la gente aún se acuerda de él y pide a gritos que le den un puesto en el equipo nacional.
También el Peñarol tiene uno de los historiales más lustrosos del mundo, pero anoche en el Teresa Herrera no estuvo a la altura de su pasado. El primero en reconocerlo fue su entrenador, Julio Ribas, quien se apresuró a avisar: "Este equipo no tiene nada que ver con el que ganó la última Liga uruguaya porque le faltan seis futbolistas de entonces. Además, llegamos a A Coruña exhaustos porque habíamos jugado un partido 48 horas antes". Ribas no ahorró elogios a su rival: "está entre los cinco mejores equipos de Europa".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 10 de agosto de 2001