Sin escarmentar en cabeza ajena, ni incluso por experiencia propia, deformado por su profesión, un misionero español en la India pretende en una carta a la prensa que renunciemos a la laicidad del Estado y reintroduzcamos oficialmente su confesionalidad, 'como en la India'. ¡Como si no conociéramos los millones de muertos que esa 'religiosidad oficial' costó no hace mucho a la India y al Pakistán, sangría que aún continúa! ¡Y como si hubiéramos podido olvidar los ríos de sangre de nuestra 'cruzada'! ¡Y la sangre y muerte que envuelve el fanatismo de las religiones de Estado, tanto en países islámicos como en Israel, para no hablar de las tristes experiencias de Irlanda, México o el Ecuador! Tenga cada uno la creencia que quiera, y respetémosla todos, pero 'Dios nos libre' de volver ni, poco a poco, a confundir la religión con la política, a imponer ninguna religión (o ateísmo) de Estado. Hay algunos que, cegados por sus intereses, no aprenden nada de la historia.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de agosto de 2001