Un golpe ejecutado con tal precisión, sin fallos aparentes y sin dejar pistas, ha tenido que ser planeado y llevado a cabo a partir de una detallada información, según señalan fuentes policiales. Los ladrones no solo conocían de antemano que la vivienda -un ático de unos 300 metros cuadrados del Paseo de la Habana de Madrid-, iba a estar vacía en el momento del robo, sino que conocían cuáles eran los cuadros más valiosos de la colección de la empresaria, los seleccionaron y se los llevaron enrrollados, dejando el marco.
Por todo ello, la policía sospecha que la banda de tres o cuatro componentes, ha recibido información de alguien que ha estado recientemente en el interior del domicilio de la empresaria. Para identificar a quien dio el soplo, la policía ha elaborado una lista con medio centenar de nombres de todas aquellas personas que han estado en el ático al menos durante el último mes.
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La lista incluye los operarios que trabajan en las obras de reforma del piso -más de una decena-, los empleados domésticos, vigilantes de la empresa Falcon Contratas y Seguridad y hasta los propios invitados y amigos personales de la empresaria, que está de vacaciones fuera de España.
La seguridad en la vivienda de la empresaria era más fragil que nunca en el momento del asalto. Sólo había un vigilante de seguridad en el edificio -suele haber tres- y el sofisticado sistema de alarma del piso (con sensores térmicos y de pisadas) estaba desconectado. La declaración del vigilante de seguridad que fue golpeado y maniatado por los ladrones también será decisiva para aclarar el caso.
La policía mantiene dos teorías acerca del golpe: que haya sido ejecutado por encargo y que los 14 cuadros sustraidos, entre ellos dos de Goya -El Columpio y La caída del burro, valorados en unos 2.000 millones de pesetas cada uno- ya disponen de comprador, posiblemente un multimillonario; o que la banda pida un recate por ellos como ya ocurrió hace cinco años, en agosto de 1996, en un caso similar.
En aquella ocasión, dos hombres asaltaron la vivienda madrileña del anticuario Jorge Candalé, lo golpearon y maniataron y le robaron dos cuadros de Picasso y otros dos de Juan Gris, obras tasadas en 800 millones de pesetas. Los ladrones exigían un rescate de cinco millones a cambio de ellas. Nunca cobraron. Fueron identificados y detenidos. Uno de ellos cumple una condena de 14 años de carcel. Los ladrones también recibieron un soplo de alguien del entorno del propietario: un hombre que se hizo pasar por sobrino de la infanta Pilar de Borbón y que trabajó ocho meses en una galería de Candalé.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de agosto de 2001