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De Tabarca a Torrevieja, a nado y entre medusas

'Cierro los ojos para no ver las medusas', comentó ayer David Meca, ex campeón del mundo de larga distancia, tras cubrir los 30 kilómetros a nado -su mayor logro deportivo en mar abierto- que separan la Isla de Tabarca de la costa de Torrevieja.

Meca recurre a trucos de este tipo para afrontar con éxito las maratonianas travesías a la que menudo se enfrenta. El nadador catalán, de 27 años, partió de la isla sobre las 9.30 de la mañana y llegó a las piscinas naturales del Paseo Juan Aparicio, en Torrevieja, alrededor de las 15.15.

El fuerte viento de levante reinante fue otro inesperado factor que jugó en su contra, pero a pesar de todo, Meca alcanzó la orilla un cuarto de hora antes del tiempo previsto, tras nadar ininterrumpidamente durante 5 horas y 45 minutos. En el itinerario, el deportista estuvo arropado en todo monmento por su entrenador, Leo Iglesias, quien le suministraba agua cada cinco minutos debido a las altas temperaturas. 'A pesar del fuerte viento de levante, que hizo que perdiera de vista las embarcaciones que me escoltaban, ha sido un recorrido increíble', afirmó el ex campeón mundial.

Los miles de bañistas que disfrutaban tranquilamente de un domingo en la playa, esperaron con paciencia la llegada del catalán que, exhausto pero con buen ánimo, se ofreció gustoso a firmar autógrafos y a responder las dudas de los curiosos. 'Cuando estoy en apuros, canturreo una canción y así se me pasa el pánico', respondió humildamente Meca a un pregunta de un seguidor.

David Meca, que suma una nueva marca a su destacado palmarés deportivo, en el que destacan las dos medallas en el europeo y tres el pasado mundial, no esconde el secreto de su éxito: la constancia. 'Entrenamos seis horas diarias, unos 20 o 25 kilómetros al día', explicó el deportista.

Sin duda, David Meca se prepara para su próximo reto, que sobrepasará en doce kilómetros al obtenido ayer en Alicante. El 1 de septiembre se enfrentará con las aguas del Atlántico en un recorrido de 42 kilómetros, que separan la isla de la Gomera de las playas tinerfeñas. Curiosamente, el joven nadador, que anteriormente había confesado su aprensión por el tamaño de las medusas de la Costa Blanca, mostró su interés por conocer la reserva de ballenas que encontrará en su próxima aventura. 'Este recorrido será más complicado porque existe una sima de 3000 metros que origina grandes corrientes y bajas temperaturas. El Atlántico es imprevisible', explicó.

Cuando se le pregunta el aspecto más duro de las pruebas en aguas saladas, Meca responde: 'la soledad'. De ahí la relevancia que tiene para el nadador complementar el entrenamiento físico con el mental.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de agosto de 2001