El cubano Iván Pedroso reaccionó en el momento culminante. El campeón olímpico, que esta temporada había mostrado signos de debilidad, logró en Edmonton su cuarto título mundial. En esta oportunidad, cierto, se vio favorecido por la escasa competencia. Así, con 8,40 metros, su peor marca en unos Mundiales, se colgó del cuello una nueva medalla de oro y se permitió el lujo de deshacer su igualada a tres triunfos con el estadounidense Carl Lewis. La de plata fue para el norteamericano Savante Stringfellov, con 8,24, y la de bronce para el portugués Calado, con 8,21.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de agosto de 2001