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Reportaje:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO

Al borde del triunfalismo

España ha colocado en el Mundial canadiense más finalistas que en cualquier otro

Cuando José María Odriozola proclamó antes de partir para Edmonton que el atletismo español acudía al Mundial con el mejor equipo de su historia, muchos pensaron que el presidente de la federación había perdido definitivamente la cabeza. Cuando el primer día de competición, en el maratón masculino, una de las pruebas históricas de los españoles, el mejor clasificado fue Óscar Fernández, que acabó el 15º, todos los escépticos se sintieron cargados de razones. Y como el sábado, la gran esperanza de la marcha, Paquillo Fernández, se retiró de los 20 kilómetros (dejando en la sombra el quinto puesto de David Márquez), ya estaba todo el mundo preparado para analizar Edmonton 2001 desde la clave de desastre español.

Vistos desde una semana de distancia, todos aquellos oscuros presagios suenan a ridículos, y las afirmaciones de Odriozola ya no son aquellas bravatas presuntuosas de un federativo deseoso de justificar su cargo. Porque esta semana de agosto en Canadá el atletismo español se ha trabajado una de las mejores actuaciones de su historia. España cuenta con más finalistas que en ningún otro Mundial. Diecisiete, lo nunca visto, justamente el 34% del total de participantes, lo que es un porcentaje de nivel de élite mundial. España ha terminado en el quinto puesto mundial en el ránking que puntúa a los finalistas (ocho puntos para un primer puesto, uno para un octavo) y en el tercero europeo, sólo tras los gigantes Rusia y Alemania, pero por delante de naciones como el Reino Unido o Italia. El atletismo español vive al borde del triunfalismo.

El peso de la 'medallitis'

Con las ausencias de dos de los grandes triunfadores de Sevilla, Abel Antón y Yago Lamela, y las dudas que a priori se cernían sobre Reyes Estévez, todo el peso de la gloria, toda la presión, la enfermedad conocida como medallitis, recaía sobre Manolo Martínez, el gigante de León, el hombre que ha puesto el peso en el mapa del atletismo español. Parecía la medalla más segura. Terminó en un magnífico cuarto puesto. Suficiente para aumentar la depresión general. Y Mario Pestano, la otra maravilla lanzadora, se bloqueó en su debut mundial y no pasó a la final del lanzamiento de disco. Pero paralelamente comenzaron a llegar buenas noticias de otros frentes.

Uno fue el de la marcha, la especialidad que casi nunca falla. Cuatro finalistas y una medalla, la de plata que se colgó al cuello García Bragado en los 50 kilómetros. No estaba nada mal.

El fondo, que parecía haber perdido el favor de una afición que se había pasado a saltos (mantenido el nivel con el bronce de Montalvo) y lanzamientos, recobró su histórica primacía lanzando al primer nivel a la nueva generación. Finalmente, ha sido, en cierto sentido, el Mundial de la desigual lucha España-África. Los fondistas españoles, los mejores de Europa, frente al imperio africano, las maravillas del mundo. Como casi siempre, pero mejor, con salto de calidad incluido.

Aunque no lograran medalla (Berlanas y Jiménez, cuarto y sexto en 3.000 obstáculos; Alberto García, quinto en 5.000; Roncero y Ríos, quinto y sexto en 10.000), los españoles no han sido comparsas de las pruebas, sino que han aguantado y han intentado cambiar la historia, han llegado con los grandes hasta la última vuelta, les han visto de cerca. Más de cerca que nunca.

Ha sido, también, el Mundial del fondo y del mediofondo femenino. Por primera vez España ha colocado finalistas en todas las pruebas femeninas del 800 al 5.000. Y, la noticia más importante del Mundial, por primera vez una atleta de pista, Marta Domínguez, ha logrado una medalla. Del séptimo puesto de Mayte Martínez en los 800 poco hay que decir. Su éxito, enorme éxito, empezaba y acababa con su mera presencia en la final. Igual que el relevo 4x400, en el que el cuarteto español se metió entre los mejores, récord nacional incluido.

Sin embargo, no ocurría lo mismo en los 1.500 masculinos. José Antonio Redolat y Reyes Estévez entraron con brillantez en una final en la que, más allá de El Guerruj, la plata y el bronce podían estar a su alcance. No fue así. Estévez fue quinto, Redolat, sexto, puestos de mérito si no fuera porque se trata de la prueba preferida de un atletismo, el español, que ha firmado una de las mejores actuaciones de su historia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de agosto de 2001