El entusiasmo de los señores Adrià y Moret les ha hecho olvidarse de un detalle de capital importancia: ¿cuándo hay que echar el arroz?
Lo divertido es que sea un lector de apellido catalán y desde la ciudad canadiense de Quebec quien tenga que enviarles el aviso.
Pero descuiden, soy valenciano de cuarta generación y en mi jardín quebequense tengo un hermoso paellero que funciona cuando no hay nieve, o sea, ¡ay! poco. El resto del año, hay que refugiarse en el garaje para el sacrosanto rito.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de agosto de 2001