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Nuevas esperanzas

En la final nocturna del verano fueron ciertas tres nuevas esperanzas. La novillada de Antonio San Román lució buenas hechuras, bonita y variada capa, y dio el suficiente juego para que asistiéramos a pasajes de lidia brillantes y a momentos de buen toreo. En los que destacó por sus maneras Antón Cortés.

El novillero de Albacete saludó con buenos lances de capa a su primero, al que hizo una faena de muleta de técnica desigual, que fue a menos conforme el novillo se fue desdibujando, salpicada de muletazos templados.

Y en su segundo realizó un trasteo bien cimentado, pasado de metraje, en el que destacó su empaque y buena concepción torera. Rematado con una bella media en toda la yema que hizo rodar al ensabanado burel sin puntilla.

Reyes Mendoza, por su parte, recibió a sus dos novillos de capote por verónicas de un buen trazo abrochadas con media de hinojos y variados recortes. Y en el turno de muleta Reyes Mendoza construyó dos trasteos disparejos, valiente en su primero encastado, y a más en el manejable segundo, muy templado. Y fatal con la espada.

Luis Vital Procuna intervino en quites y en sus respectivos novillos, siempre vistoso, largo el repertorio de capote. El novillero clavó las banderillas a toro pasado en su primero y dió un recital artístico de primer orden al prender garapullos en su segundo. Fue novillo manso ese sexto, al que el lusitano consintió en la querencia y le ganó la torera pelea, en unas series muy emocionantes. Con la espada, implacable. Ozú.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de agosto de 2001