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La policía de Córcega vincula a la Mafia y a los independentistas en el asesinato de Santoni

La muerte del líder separatista pone en peligro el proceso de autonomía para la isla

Los periodistas tuvieron que permanecer lejos de la iglesia para lograr identificar, entre los 400 asistentes, a algunos diputados corsos asociados a las posiciones más radicales y constatar la ausencia de Jean-Guy Talamoni, implícitamente acusado por el entorno familiar de Santoni de estar relacionado con los asesinos de éste. Durante la ceremonia fúnebre se leyó una homilía del obispo de Córcega en la que se insistía en el peligro de dejarse atrapar "por el engranaje de la violencia".

Sobre el altar, junto a un ramo de flores, un breve poema acababa con palabras de tono amenazante: "¡Andad con cuidado, pues nadie puede detener a un pueblo que se ha puesto en pie!". Antes, algunos partidarios de Santoni habían reclamado venganza de manera explícita.

La policía investiga diversas pistas e intenta establecer conexiones entre la Mafia y la política nacionalista. El propio Santoni había reconocido que su gran amigo y lugarteniente, Jean-Michel Rossi, asesinado hace ya un año, lo fue porque no llegó a un acuerdo con unos gánsteres y otro grupo independentista para autorizar una serie de máquinas tragaperras y discotecas en una zona supuestamente controlada por el grupo independentista Armata Corsa, que encabezaba Santoni. Este último, que en 1995 escapó milagrosamente a un atentado que le costó la vida a su guardaespaldas, fue condenado en 1996 por haber organizado la extorsión de la sociedad que explota las instalaciones del golf de Sperone.

Ahora, a través de los documentos hallados en el domicilio parisino de la actual novia de Santoni y del análisis de las llamadas de sus teléfonos móviles y del estudio detallado de la identidad de las 400 personas invitadas a la boda, se espera que la investigación progrese y no se cierre sin solución, como tan frecuente es con los delitos que suceden en Córcega.

La incógnita política es hoy tan difícil de despejar como la policial. ¿A quién beneficia la muerte de Santoni? ¿Su desaparición hace imposible seguir con el llamado proceso de Matignon o lo hace aún más urgente?". El famoso proceso arrancó en diciembre de 1999 y supuso que, por primera vez, el Gobierno de París aceptaba discutir sobre el futuro político, económico y cultural de la isla con todos los diputados insulares, fuesen o no independentistas, hubiesen o no condenado la violencia. El resultado de la negociación fue un proyecto de ampliación de los poderes de la Asamblea Regional, que asumiría así un "poder de adaptación legislativo" de los textos emanados de la Asamblea Nacional.

El texto también preveía la progresiva extensión de la enseñanza del corso en la escuela y el instituto, el mantenimiento de ciertas peculiaridades fiscales -entre corsos no hay impuesto de sucesión, el IVA insular es inferior al continental, ciertas tasas sobre alcohol, tabaco y gasolina no existen, etcétera-, así como una adecuación de la Ley de Costas a las necesidades de la industria turística de la isla.

Un proceso "muerto"

La derecha gaullista, de tradición jacobina y que en su día negociara clandestinamente con ciertas facciones independentistas para enfrentarlas a otras, afirma que "el proceso de Matignon está hoy muerto y debe ser enterrado". El nacionalista francés Jean-Pierre Chevénement, en nombre de un republicanismo de izquierda, asegura incluso que "el proceso ha propiciado asesinatos como el de Santoni" para pedir la vuelta al centralismo de toda la vida. Los comunistas tampoco se quedan a la zaga a la hora de hacer el elogio del centralismo igualitario.

Entre los socialistas, la mayoría de las voces que se han hecho oír -entre las que no figura la de Jospin- han reclamado la continuidad y aceleración del proceso, "única alternativa a la violencia", postura secundada por los ecologistas.

La otra gran familia de la derecha, la liberal, aparece tan dividida como la izquierda plural, en el poder, pero destaca la opinión de Alain Madelin, un ultraliberal, para quien "desautorizar a los diputados regionales corsos equivale a jugar con fuego". Madelin quiere que el proceso de Matignon se haga extensible a las otras regiones francesas para modernizar así el viejo Estado napoleónico.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de agosto de 2001