Los inversores europeos decidieron ayer mirar hacia otro lado ante el rumbo que están tomando los mercados estadounidenses. La caída del pasado viernes era un mal precedente y por eso se prefirió pensar en las enormes posibilidades que existen ahora de que la Reserva Federal baje los tipos de interés por séptima vez en el año y de que el BCE haga lo propio en un futuro más o menos cercano.
La cuestión de fondo no es tanto otro posible recorte en el precio del dinero, sino la evidente necesidad de que así sea y el escaso efecto que han tenido las seis anteriores. Así, la única opción parece ser la de jugar a corto plazo, tan corto, que ni siquiera la caída de la sesión anterior en Estados Unidos es tenida en cuenta, lo que permite la ilusión de empezar desde cero.
El papel llegaba con cuentagotas a la bolsa española, pero también los compradores se tomaban con calma su papel, lo que trajo consigo una actividad muy baja, 169.054 millones de pesetas, 1.016,03 millones de euros, en el Mercado Continuo, que indica que los inversores mantienen la guardia alta.
La apertura de los mercados estadounidenses, con pequeños altibajos que pretendían trasmitir tranquilidad al resto de las plazas financieras, consiguió en parte su cometido y minimizó los recortes de los grandes valores españoles, pero incluso esa discreta presencia de dinero fue suficiente para que algunos vendedores aprovecharan la ocasión para retirarse, con lo que al final todo quedó en tablas. El índice general de la Bolsa de Madrid ganaba el 0,04%, mientras que el Ibex 35 cedía el 0,12%.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de agosto de 2001