La explosión se produjo alrededor de las 10.45 a la altura del número 22 de la calle de Aldamar, en la parte vieja de San Sebastián, dentro de un Opel Corsa blanco en cuyos asientos traseros viajaban la mujer fallecida, María Francisca Eraunzetamurgil, y sus dos nietos mientras la madre de los niños iba en el puesto del copiloto y una hermana de ésta, al volante. Vecinos de la zona oyeron un ruido seco -"mucho más suave que una bomba", dijo un testigo- y vieron salir una pequeña humareda del interior del automóvil, del que se bajó de inmediato la madre de los niños pidiendo socorro. Según el Departamento de Interior, la deflagración se produjo cuando la abuela manipuló el coche de juguete mientras sostenía en el regazo a su nieto menor, de sólo 16 meses.
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María Francisca Eraunzetamurgil, de 62 años, murió desangrada al seccionarle la arteria carótida (en el cuello) una pieza metálica que salió despedida del cochecito, del tamaño de un teléfono móvil. La explosión alcanzó en la cara a su nieto J. G., que se encuentra en estado crítico, con pérdida de masa encefálica y estallido de ambos globos oculares, además de otras lesiones. Su hermano P. G., de cuatro años, presentaba erosiones superficiales en la mano, hemitórax y oído izquierdo, y fue dado de alta a las pocas horas. La madre y la tía resultaron ilesas. El pequeño está ingresado en la UVI del Hospital Donostia, tras haber sido operado durante ocho horas.
Juguete trampa
El juguete, según fuentes de la investigación, fue encontrado el sábado en los servicios del café-billar Txioka, situado entre los números 22 y 24 de la calle Narrica, también en el casco antiguo de la ciudad y a escasos metros del lugar de la explosión. La tía de los niños, empleada del local, decidió ayer mismo regalar el juguete a sus sobrinos después de que nadie lo reclamara en el fin de semana.
A lo largo del día circularon toda suerte de especulaciones sobre la naturaleza del artefacto, pero a última hora de la tarde el Departamento de Interior certificó que el juguete había sido manipulado y tenía una pequeña carga preparada para "explotar al ser activado" el interruptor. Aunque no se han dado detalles sobre el "juguete trampa", fuentes de la investigación han señalado que el cochecito era de metal, tenía alrededor de diez centímetros y es del tipo de los que imitan a escala modelos reales. Funcionaba con una o dos pilas.
Expertos policiales en explosivos continúan con las labores de inspección, que incluyen "pruebas similares con dispositivos similares" para precisar la cantidad de explosivo y otras características del artefacto No obstante, los agentes han certificado que el explosivo -entre 10 y 15 gramos de pólvora prensada- estaba introducida en un pequeño recipiente metálico y tenía un sistema eléctrico dispuesto "para activarse y provocar una pequeña explosión en el momento de encender el interruptor del juguete".
La escasa carga explosiva fue suficiente para causar gravísimas lesiones al niño en la cabeza, mientras que su abuela tuvo la desgracia de que un fragmento cortante del cilindro que contenía el explosivo le seccionara una arteria y falleciera desangrada. El coche apenas sufrió daños y sólo presentaba un ennegrecimiento en el techo a la altura del asiento trasero.
Interior mantiene abiertas todas las líneas de investigación sobre la paternidad del juguete explosivo y su intencionalidad. En su comunicado, apunta que elementos como "la naturaleza y características del artefacto o la forma en la que habría sido depositado [en los baños de un bar y sin destinatario señalado] no apuntan en principio necesariamente hacia los sectores que en los últimos tiempos promueven la violencia y el terrorismo en Euskadi". No obstante, tampoco se descarta que sea un acto de gamberrismo u obra de la delincuencia común.
Sin embargo, otras fuentes de la Ertzaintza barajan la teoría de que el artefacto estuviera dirigido de alguna forma contra agentes de la policía vasca. Estas fuentes aseguran que el juguete fue abandonado el viernes por la noche -los dueños lo encontraron el sábado por la mañana- después de los incidentes registrados en la parte vieja y en el Boulevard de San Sebastián, cuando ertzainas antidisturbios disolvieron una marcha organizada para ese día por la organización juvenil Segi (sucesora de Jarrai y Haika) en esta ciudad, prohibida por el Departamento de Interior del Gobierno vasco.
Según esta tesis, el juguete explosivo podría estar confeccionado para arrojarlo contra alguna patrulla de la Ertzaintza durante uno de los ataques de violencia callejera que protagonizan los jóvenes radicales abertzales. Esta hipótesis no concuerda con el sistema de activación del cochecito, dispuesto para explotar al conectarlo.
La Ertzaintza ha solicitado la colaboración ciudadana para "agilizar las investigaciones". Interior quiere escuchar a los testigos presenciales y conocer información sobre este caso desde el momento en que el juguete fue abandonado en el café-billar Txioka.
Recientemente la Comisaría General de Información de la Policía difundió un comunicado en el que desmentía, al no tener datos para corroborarla, una alerta lanzada por Internet de que ETA preparaba una "campaña de atentados indiscriminados" mediante la incorporación "de cierta cantidad de explosivo a diversos objetos, como llaveros o teléfonos móviles, que posteriormente serían abandonados en la vía".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de agosto de 2001