La paternidad del cochecito explosivo no ha sido determinada por los expertos de la Ertzaintza, quienes insistían ayer en que los indicios "no apuntan" a ETA ni a la kale borroka . Pero el estallido del juguete y sus desgraciadísimas consecuencias -la muerte de María Eraunzetamurgil y las críticas heridas de su nieto de 16 meses J. G.- han desatado una polémica similar a la abierta en mayo de 1994, tras la explosión de dos monederos bomba que malhirieron a tres personas en Vizcaya. Aquellos atentados nunca fueron reivindicados por ETA, ni a día de hoy están esclarecidos, pero sí generaron un fuerte debate público.
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La discrepancia sobre el perfil del fabricante del artefacto surgió con las declaraciones efectuadas ayer por el vicepresidente y ministro del Interior. "Todos los datos que me apuntan los servicios de Información del ministerio me indican que se trata de un clásico acto de la kale borroka" (violencia callejera) aseguró en Pontevedra Rajoy, aunque agregó que "no se puede descartar ninguna hipótesis". Estas declaraciones chocaban con el comunicado emitido el lunes por el Departamento del Interior vasco, según el cual los indicios "no apuntan en principio necesariamente hacia los sectores que en los últimos tiempos promueven la violencia y el terrorismo en Euskadi", aunque "todas las líneas de investigación continúan abiertas".
Conclusiones opuestas
Curiosamente, los expertos de Información de ambos departamentos han llegado a conclusiones opuestas basándose en los mismos datos sobre el cómo y el dónde había sido hallado el cochecito (abandonado en un bar), el cuándo (Rajoy dijo que fue el sábado, tras la prohibida manifestación de Segi, pero fue hallado la noche anterior) y el carácter indiscriminado. La polémica se genera a pesar de que el crimen se produjo cuando los mandos antiterroristas de Ertzaintza, policía y Guardia Civil celebraban una reunión de coordinación en Madrid.
El Gobierno vasco, que se ha marcado este asunto como su "principal prioridad", insistió ayer en que a pesar de que la ausencia de pruebas concluyentes no permiten determinar la autoría, "se tiende a excluir a ETA y la violencia callejera". Esta línea fue subrayada, casi simultáneamente a las declaraciones del ministro, por el portavoz de la dirección del PNV, Joseba Egibar, para quien las características del atentado "no señalan, precisamente", a los sectores que siembran la violencia en Euskadi.
En tono críptico, Egibar agregó a Europa Press: "Estas vías criminales de provocación del pánico de forma indiscriminada, que han tenido sus antecedentes en este país, provocan también unos efectos de obligada lectura política y, aunque de autoría no reivindicada, vienen a completar un cuadro de situaciones de violencia rechazadas por la sociedad vasca, a cuyo rechazo nos sumamos firmemente como partido". Los abertzales radicales de Batasuna, la formación sucesora de EH, fueron mucho más allá y, también sin descartar ninguna hipótesis, calificaron la acción como "un capítulo más de guerra sucia contra Euskal Herria", ya que, según su particular criterio, "jamás se han producido por parte de ETA este tipo de hechos de forma indiscriminada".
Exactamente lo contrario opinaron los dirigentes del PP Javier Arenas, secretario general del partido, y Ana Mato, coordinadora de Acción Sectorial. "Sabemos que ETA y la kale borroka no entienden de valores humanitarios y que sus salvajadas no tienen límites, por lo que no nos extrañaría que fueran los responsables de la terrible tragedia", argumentó Arenas, quien recordó que no es la primera vez que los niños son víctimas "de la terrible barbarie etarra". "Está claro", dijo Mato, que el juguete bomba es obra de los terroristas de ETA "o de sus aprendices".
Esta línea fue subrayada por Álvaro Cuesta, secretario de Ciudades y Política Municipal del PSOE, quien inscribió el atentado "en la espiral mortífera y salvaje de la kale borroka y del entorno terrorista de ETA".
No obstante, ninguno de los representantes políticos que dieron su opinión ayer pusieron la mano en el fuego por una u otra teoría al carecer de datos concluyentes. Esta ausencia de pruebas llevó al coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, a calificar de "prematuras" las afirmaciones de Mariano Rajoy. La coincidencia fue global en un análisis: quien quiera que construyera el juguete bomba sabía que el cochecito podía ir a parar fácilmente a manos de un niño.
Mientras, el niño, que ha quedado ciego por la explosión, sigue "muy grave", según el parte médico, "con ventilación asistida convencional", después de ser sometido a una operación que duró ocho horas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de agosto de 2001