Desde que empecé a estudiar la carrera, siempre he tenido como objetivo independizarme. Hoy, cinco años después de haber obtenido mi licenciatura y cuando llevo más de cuatro trabajando, me doy cuenta de que no importa cuánto dinero tenga ahorrado o cuánto tiempo y esfuerzo dedique a buscar piso; la cruda realidad es que tendré que seguir viviendo con mis pacientes padres indefinidamente.
En esta situación, la única posibilidad que me queda es buscarme novio y casarme para así poder hipotecarme y comprar un pisito, solución que posiblemente lleve menos tiempo que encontrar por mis propios medios un piso decente y asequible en Madrid.
Esto puede parecer exagerado para los que disfrutan de una casa en propiedad, pero es absolutamente real: en la capital de España no hay suficiente oferta de pisos de alquiler, hecho que aprovechan algunos para pedir unas cantidades absurdas por unos reductos diminutos, viejos y en malas condiciones. Quizás alguien pueda explicarme por qué no se construyen más viviendas para alquilar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de agosto de 2001