Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Entrevista:ZINEDINE ZIDANE | Jugador del Real Madrid | ESPECIAL LIGA 2001-2002

"Vine a España por la libertad de su fútbol"

Zinedine Zidane es el gran atractivo de la Liga que empieza. Pese a los desajustes del verano, el mejor futbolista del mundo pide paciencia

Zidane contra Saviola. Dicho de otro modo: Real Madrid contra Barcelona. Con permiso del Deportivo y del Valencia, la Liga que echa andar el próximo sábado sitúa en primera línea de salida, como de costumbre, a los dos grandes, Madrid y Barça. Que han levantado dudas en la pretemporada, cierto, pero que presentan un potencial extraordinario. Pese a que los clubes han optado por el ahorro & #8212;de momento, el gasto en fichajes es inferior en casi 25.000 millones al del año pasado& #8212; la llegada de Zidane y Saviola aumenta el brillo de la considerada mejor Liga del mundo. que promete grandes cosas pese al adiós de futbolistas del calibre de Mendieta, Guardiola y Kiko. Y el sábado, en Mestalla, para abrir bocado, Valencia-Real Madrid, un arranque de lujo para un campeonato apasionante.

Sentado en un sillón casi en posición búdica, Zinedine Zidane (Marsella, 23 de junio de 1972) economiza energía hasta para abrir los ojos. Lo hace lentamente y descubre dos círculos oscuros alrededor de los discos dorados del iris. Mantiene la mirada, directa y profunda a los ojos del interlocutor, y apura un guiño -un modo de saludar y ahorrarse palabras-. Lleva un chándal, permanece inmóvil, y repite en italiano que es un hombre "tranquilo". Sus héroes, el ex jugador del Olímpico de Marsella, el uruguayo Enzo Francescoli, y el actor Morgan Freeman, reciben -dice- su admiración porque son tipos "tranquilos". Su padre, Smail, que emigró a Francia procedente de la Cabilia, le enseño con pocas palabras aquello que el propio Zidane explicó como "el camino de Dios". Musulmán por herencia familiar, sin embargo afirma que no es muy religioso y que cree en las "cosas simples".

Zidane es un espíritu rebelde por despreocupado, que una vez, durante un encuentro amistoso, recibió una multa de Lippi, ex técnico del Juventus, por no obedecer a la orden de jugar "sólo media hora". Aduciendo que se "encontraba bien", permaneció en el campo todo el partido.

Zidane sueña con un paraíso familiar y pacífico pero en estos días lo persiguen los estrépitos. Desde que el Madrid le fichó del Juventus, este símbolo de la Francia mestiza se ha convertido en el jugador más caro de la historia del fútbol: 13.000 millones de pesetas. Un precio inflado, quizá porque los jugadores de su puesto, el del media punta, el clásico 10, están en peligro de extinción. Ahora debe dirigir el juego del Madrid y convertirse en figura central de la próxima Liga. Un campeonato al que llega tentado por España -el país de los antepasados de su mujer, Veronique- y porque, transcurridos cinco años en los rigores tácticos del fútbol italiano, busca terminar su carrera expresándose con mayor libertad en el campo de juego. No domina todavía el español y prefiere someterse a la entrevista en francés.

Pregunta. Siempre se le ve con una película en DVD bajo el brazo.

Respuesta. Las películas me gustan mucho. Cuando vivía en Burdeos, contratado por el Girondins, conocí a un director de cine que me enseñó a apreciarlo. Desde entonces, mi actor preferido es Morgan Freeman. Aprecio su manera de interpretar, su calma, sus gestos pausados. En los rodajes demuestra tranquilidad. Se ve claramente que en las películas es como en su vida privada. Tranquilo.

P. Usted que también se considera una persona discreta, ¿cómo hace para convivir con todo el ruido que le persigue?

R. Soy tímido y es verdad que con todo el revuelo que se ha montado a mi alrededor no estoy cómodo. Es algo que ocurre sobre todo desde que gané el Mundial de Francia, en 1998. A veces se me hace difícil porque no estoy habituado a que tanta gente me reclame. Es embarazoso, pero al mismo tiempo entiendo que todo esto se produce en relación a una cosa, el fútbol. Al final te habitúas. Hasta te resulta algo familiar. Yo me lo tomo como hay que tomárselo, y el día que deje el fútbol sé que llevaré una vida como la que llevan todos los demás. Esto no va a durar para siempre.

P. ¿Qué papel espera cumplir en el Real Madrid?

R. Ha dado mucho que hablar el hecho de que llegara al Madrid después de que se concretara la transferencia más cara de la historia. Se le ha dado una gran trascendencia a todo ese asunto, pero a mí no es algo que me inquiete. Yo he venido con otra mentalidad. Mi intención es hacer mi aportación, sumar desde mi puesto de trabajo, con humildad. Lo digo porque soy muy consciente de que el Madrid ya tenía un gran equipo antes de ficharme, un equipo previamente diseñado para conseguir títulos, y que hasta ahora no me ha necesitado para ganarlos. Además, tenía ganas de venir a España. Adoro este país. Me encanta la forma de ser de la gente, cómo viven, cómo se divierten. Vine porque esperaba sentirme orgulloso de un equipo que representaba todo eso y que es el mejor club del siglo XX. Por eso ahora estoy feliz.

P. Ha dicho que si dejaba el Juventus sería para jugar fuera de Italia. ¿Por qué no eligió un equipo como el Barcelona o el Manchester?.

R. No, no. Yo dije que si dejaba Italia era para jugar en España. La cuestión era venir a España. La posibilidad de vivir en España es la que me atraía. Y en España el interesado en ficharme era el Madrid. Desde que hablé con el presidente, con el que hemos discutido mucho, lo supe. Tuvimos algunas conversaciones en las que él me demostró el interés que tenía por mí y yo pude demostrarle en qué consistía mi interés por jugar en el Madrid. Los argumentos eran sencillos de comprender. No hay muchos equipos con el poder del Madrid. Lo dice todo. Es uno de los grandes. Los otros son el Barcelona, el Manchester y la Juve en Italia. Mencionando estos cuatro nombres abarcamos las grandes sociedades del fútbol en el mundo. Y el Madrid, que tiene ese halo mítico, me permitía satisfacer esa ambición por la aventura. Aquí puedo evolucionar como jugador y como persona.

P. ¿Viene a España con la intención de superar su etapa italiana? ¿Cree que aquí podrá expresarse con mayor libertad en el campo?

R. Sí. Pienso que la diferencia entre el fútbol español y el italiano se sitúa sobre todo en el nivel de la libertad de juego. En Italia existe una cultura de la defensa que hace muy difícil marcar goles. Es un campeonato muy difícil por eso, porque es muy complicado marcar goles. Esto lo convierte en el torneo más difícil del mundo. En España también hay mucha competitividad. Pero primero se marcan muchos goles y después se defiende. Primero se piensa en atacar y después en mirar a tu espalda.

P. ¿No se sintió extraño en el Juventus, un equipo en el que los balones largos vuelan a la orden del día y el centro del campo cuenta poco?

R. Así es el fútbol italiano. Se juega con balones largos porque la intención y la mentalidad pasa por organizarse defensivamente y una vez que te has situado en defensa entonces atacas. Por eso se juega por arriba, para ganar tiempo para que cada uno recupere la posición. Pero yo pasé cinco años en el fútbol italiano y tuve momentos buenos. No debo olvidar que comencé a ganar títulos en la Juventus de Turín. El fútbol es así, tiene aspectos negativos y buenos. Y yo prefiero pensar en los buenos, que son los que me trajeron al Madrid.

P. Un jugador tan poco dado a los derroches físicos, tan técnico como usted, ¿no se considera un superviviente del fútbol italiano?

R. Al principio fue muy difícil porque la preparación física es mucho más dura que en Francia. Siempre tenía problemas al principio de la temporada porque todos los años me pasaba lo mismo y tenía que ir adaptándome. Y es que a mí me hace falta un tiempo para digerir la pretemporada. Eso fue lo más difícil de Italia. Pero no me parece que jugar en el Calcio haya sido difícil en sí. Durante las temporadas me fue bien porque siempre tuve la confianza de los entrenadores. De todos modos yo era joven, y no el jugador que soy hoy en día.

P. ¿Cuál es su regate preferido?

R. La ruleta y la bicicleta. La ruleta la aprendí en Marsella y consiste en un control con giro hacia atrás que yo practico siempre. El otro es la bicicleta. Es sencillo y efectivo para desbordar a un rival. Cuando sale es una auténtica maravilla y es bastante frecuente verlo en la mayoría de los jugadores. Figo y Roberto Carlos son especialistas. Cada uno con su estilo pero en el fondo con un cierto parecido. Roberto Carlos la hace más rápido que yo, ¡eso seguro!. Y quizá Figo también.

P. Suele mencionar a Dios a menudo. ¿Qué significado tiene para usted?

R. No demasiado. Yo no soy un hombre especialmente creyente y tampoco rezo mucho ni hablo mucho de mi religión. Pero creo en muchas cosas simples. El trabajo, los amigos, la familia, el respeto a las personas...

P. ¿Cree en acciones más que en palabras?

R. Mejor actuar que hablar.

P. ¿Tiene miedo a alguna cosa?

R. No a una cosa determinada. Nada concreto de lo que tenga ganas de hablar. Nada especial.

P. Parece que tiene un carácter muy equilibrado. Sin embargo ha probado que de vez en cuando se comporta violentamente. [Durante el Mundial de Francia pisó a un rival y en Liga de Campeones de la temporada pasada le propinó un cabezazo a un jugador del Galatasaray].

R. Expreso una cierta agresividad pero sólamente sobre el terreno de juego. Allí me convierto en una persona ambiciosa, que intenta avanzar siempre, que tiene ganas de victoria. Hace falta tener un cierto grado de agresividad para estar sobre el terreno. Luego, fuera del campo soy otra persona. Tranquilo, que no habla gran cosa, y que puede perdonar.

P. ¿Encontró en la plantilla del Madrid lo que imaginaba?

R. Encontré jugadores extraordinarios y personas muy simpáticas. Compañeros que enseguida me han aceptado, con los que he hablado un poco aunque por el momento, con mi español, se hace difícil mantener conversaciones. Todo esto me lo esperaba. Esperaba un buen grupo.

P. Es curioso verle adoptar una postura casi paternal con los compañeros más jóvenes. Se muestra cercano a ellos. Algo raro en el Madrid.

R. Cada vez más, a medida que pase el tiempo, ganaré confianza y las relaciones se harán más fuertes. Cuando rompa mi timidez. Conocer más a mis compañeros nos ayudará a jugar mejor. Yo no tengo ganas de venir para luego largarme. Yo quiero retirarme en el Madrid, establecerme aquí, sentirme responsable ante mis compañeros, que me tengan cariño. Es la única mentalidad con la que se pueden ganar títulos. Todo eso se logrará poco a poco [en español].

P. ¿Qué necesita para adaptarse al juego del Madrid?

R. Tiempo. Tiempo para conocer a la plantilla. Lo importante es conocerse, saber cómo juega cada uno, cómo se perfila para recibir el balón y como lo pasa. Es algo que se conseguirá semana a semana con los partidos y los entrenamientos. Es inevitable que vayamos mejorando y que ganemos algún campeonato. Es lo que será. Y lo que será, será. Ésta ha sido siempre mi forma de pensar y por lo tanto no estoy presionado por las expectativas. Sólo debemos encontrar el modo de jugar bien, y entonces estoy seguro de que haré grandes cosas.

P. ¿Lo que será, será? ¿Por qué está tan convencido de que hará grandes cosas?

R. No, no, no... Eso es lo que pienso. Tengo unas profundas ganas de triunfar aquí. Y donde hay una voluntad hay un poder.

P. ¿De quién aprendió a mostrarse tan seguro de sus posibilidades?

R. De nadie. Lo aprendí de la calle. En La Castellane, en el barrio del norte de Marsella donde me crié, un distrito pobre con muchos problemas de desocupación. No había dinero y vivías rodeado de dificultades. No tenías todo lo que querías y había que trabajar para lograr las cosas.

P. ¿Tuvo algún modelo de jugador en aquella época?

R. Enzo Francescoli. Cuando era pequeño yo sólamente quería jugar como él. No me refiero a parecerme a él. Me refiero a jugar, jugar... jugar exactamente como lo hacía él. Porque él, cuando juega es él. Yo, cuando me veo jugando, incluso hoy, veo a Francescoli. Hoy sigue siendo mi modelo. Él, para mí, es Dios.

P. ¿Qué tiene Francescoli para merecerse su admiración?

R. ¡Lo tiene todo! Como jugador tenía ritmo, elegancia, pase, regate, visión, disparo. Es una persona muy tranquila, siempre sereno, muy familiar, padre de muchos hijos. Yo quiero ser así. Quiero ser como él.

P. En toda esta entrevista, usted sólo ha sonreído cuando habló de Marsella.

R. Marsella es mi club, mi barrio, mi vida, mi ídolo. Son muchas emociones.

"Todo lo hago por mis padres"

"Si hay algo que me ha servido para ser quien soy a lo largo de toda mi carrera es la educación que recibí de mis padres. Es la mejor educación posible", dice Zidane. Su padre, Smail Zidane, llegó a Francia en 1953 y encontró trabajo en Saint Denis, un barrio industrial de las afueras de París. Originario de la Cabilia argelina, más tarde se instaló en Marsella. Trabajó como operario en una cadena de supermercados y se casó con Malika, una compatriota con la que tuvo cinco hijos. Al penúltimo le llamaron Zinedine Yazid.

Si las enciclopedias señalan a los cabiles como una etnia guerrera, Smail es la excepción pacífica. Lo mismo ocurre con su hijo, que a diferencia de la estrella francesa del Manchester, Eric Cantona, nunca se manifestó en términos políticos rotundos. Decía Cantona que "Francia es un país de racistas", mientras que Zidane nunca le dio trascendencia al hecho de ser hijo de la inmigración, ni concedió a su éxito más relevancia que la deportiva. En cambio, siempre se consideró deudor de la educación que recibió en su familia.

"Ellos me enseñaron tres cosas fundamentales", explica; "que para poder estar orgulloso de tí mismo y ser alguien hace falta trabajar; que es preciso actuar con seriedad y que debes respetar a los demás para recibir respeto a cambio. Trabajo, seriedad y respeto. & #8216;Si tú haces estas tres cosas podrás ser alguien en la vida& #8217;, me dijeron. Y yo me he esforzado en escuchar a mis padres porque ellos me han prestado atención. Y si hoy en día soy el que soy es gracias a ellos. La verdad, estoy orgulloso de mis padres: tuvieron cinco hijos y cada uno ha hecho algo digno. Eso es lo que me llena de orgullo, y no todo lo que me acontece. Ganar el Mundial, fichar por el Madrid, es todo muy bonito pero lo importante es el significado que esto tiene para mis padres. Lo hago por ellos. Lo importante es que la familia siga siempre ahí".

Guiño del destino: Zidane levantó la Copa del Mundo de 1998 en el Stade de France, recinto de la final, obra futurista construida en el viejo polígono de Saint Denis, en las afueras de París.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de noviembre de 2001

Más información