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VILLARREAL

Acariciando los días de vino y rosas

El club castellonense, dispuesto a hacerse un hueco por méritos propios entre la alta sociedad

Los cimientos están puestos: una Ciudad Deportiva que para sí quisieran muchos clubes de más solera y empaque, una buena política de cantera, un estadio que cada año se amplía y recibe mejoras para un hipotético futuro europeo y, sobre todo, una plantilla compensada y competitiva.

El Villarreal no esconde ya su gran objetivo, que no es otro que instalarse en la burguesía del fútbol español. La nobleza, la que ostentan el Madrid, el Barcelona, el Valencia y el Deportivo, por historial, masa social y presupuesto, queda aún lejos. El club que preside Fernando Roig aspira a ser el primero entre sus iguales, a huir de la mediocridad, a llegar a Europa, circunstancia que acarició en la pasada temporada. Con la boca pequeña, Roig y su séquito anuncian un mensaje de modestia: que la permanencia ya sería un gran logro, como correspondería a un equipo de una ciudad de 40.000 habitantes, uno de tantos clubes de ida y vuelta, de gloria efímera. Pero es un discurso que suena a falsa modestia: 18.000 socios y un presupuesto de 5.000 millones de pesetas hacen sospechar que los días de vino y rosas están por llegar.

Lo avala el coqueto bloque de jugadores que ha formado el Villarreal, en el cual sólo queda Craioveanu del equipo que irrumpió por primera vez hace tres temporadas en la Primera División. Cinco incorporaciones en esta nueva singladura para equilibrar, más si cabe, una ya de por sí equilibrada plantilla. Ballesteros, que actuó en el Rayo Vallecano en la anterior campaña, apuntalará la zona defensiva junto a Venta, repescado del Racing de Ferrol. En el eje del terreno, Amor y Cagna tendrán en Galca, llegado del Espanyol con la carta de libertad, calidad y experiencia para ayudar a crear y destruir. Quique Martín, procedente del Salamanca, complementa la banda izquierda, la menos poblada del conjunto castellonense. La guinda, la apuesta fuerte, es Guayre, la última joya del fútbol canario que ha salido a escena y en el que el Villarreal ha invertido 1.000 millones.

Pocas pero seleccionadas altas que vendrán a dar más competencia a los jóvenes que tuvieron su bautismo en Primera en la temporada anterior, como Unai, Calleja y Jorge López, o a los consagrados Amor, Cagna o Víctor Fernández. Sin olvidar a Martín Palermo, del que todos esperan sus goles en su aventura europea. Éste ha de ser el año de su confirmación, ahora que los problemas de acoplamiento a la ciudad y el equipo no son una excusa válida.

Calidad y experiencia. Juventud y atrevimiento. Solidez e inventiva. Como gusta a Víctor Muñoz, un estudioso del fútbol que cumple su segunda temporada en el banquillo del Villarreal y que ambiciona para su equipo algo más que asomarse a Europa. Ahora quieren consolidarse en la burguesía.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de agosto de 2001