Nada como agarrar el toro por los cuernos, nada como un acto público de contricción, para meterse a la opinión pública en el bolsillo. Los noruegos respondieron bien al mea culpa sobre su juventud "salvaje" entonado el miércoles por Mette-Marit Tjessem, la mujer que mañana contraerá matrimonio con el príncipe heredero Haakon.
Plebeya, ex camarera, hoy sin profesión definida, madre soltera de un niño de cuatro años fruto de su relación con Morten Borg, quien estuvo en prisión por tráfico de drogas (y ella misma autodeclarada en coqueteo con ellas durante los años en los que quiso "vivir en contra de lo establecido" y "traspasar límites"), esta joven de 28 años, que lleva un año viviendo bajo el mismo techo que su novio príncipe, ha puesto en jaque las rigideces de la corona noruega.
Los periódicos electrónicos del país indicaron ipso facto que un 47% de los noruegos experimentaron un "sentimiento más positivo" hacia Mette-Marit, apodada ya para siempre como la Cenicienta de Kristiansand, en alusión al pueblo del sur del Reino donde nació, tras el estudiado arranque de sinceridad que le llenó los ojos de lágrimas. Aunque al resto no le influyó en su parecer sobre la futura reina.
Hasta un 70% de la opinión pública pulsada por el diario VG aseguraba ayer creer en la capacidad de la joven, que ha dado carpetazo a su supuesta condición de reina de las noches del House Music, para ser reina a secas cuando el popular príncipe Haakon suceda a su padre, el rey Harald. Y, en todo caso, un arrollador 84,5% de los encuestados tomó como algo positivo que Mette-Marit accediera a hablar sobre sus excesos del pasado, en una rueda de prensa en la que pidió que se la "juzgue por lo que haga a partir del sábado", cuando se convierta en Princesa Heredera de Noruega.
Estos termómetros de la opinión pública noruega vendrán bien a los humores de una Casa Real que ha visto desinflarse el fervor monárquico de que ha gozado desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el respaldo a la monarquía rozaba el 80%. Hoy, un 42% de los noruegos la cuestiona. Suman casi tantos como los que continúan queriéndole dar la espalda a la UE, tras dos consultas populares fallidas en las que el Gobierno abogó por el ingreso y vio abrirse un abismo social sólo cicatrizado a base de silenciar la palabra Europa.
Esta Cenicienta moderna, que por supuesto rechaza el apodo en todas las entrevistas concedidas hasta ahora a la prensa rosa, se encuentra en el corazón de un reavivado debate sobre el sentido de una monarquía cada vez más apegada al pueblo.
El Aftenposten, uno de los periódicos de mayor tirada del país, incluía ayer como ilustración a la boda de mañana una provocadora viñeta en la que se extiende una larga alfombra roja hasta el Palacio Real, en cuyo inicio se dibujan unas viejas zapatillas deportivas, rodeadas de colillas, alguna pastilla y una copa ya vacía.
La monarquía, reinstaurada a principios del siglo XX tras la disolución de la Unión con Suecia, ha venido encarnando con fuerza el símbolo de la identidad nacional tras siglos de dominación danesa y sueca, con invasión nazi de propina. Son muchos los noruegos que temen que la monarquía no pueda sobrevivir como símbolo, incluso en una sociedad liberal como es hoy la escandinava, en la que la situación de la mujer en nada se parece a la atmósfera asfixiante que reflejan las piezas de Henrik Ibsen: Noruega, el país con mayor calidad de vida del mundo, según el último informe de Naciones Unidas, es el que registra un índice más elevado de mujeres entre la población que trabaja. Un sólido Estado del Bienestar, cuya modernización también está abierta a debate en pleno clima preelectoral, asegura que Noruega pueda alardear de una elevada tasa de natalidad. La mitad de los nacimientos tienen lugar fuera del matrimonio.
El desafío a las convenciones que aplaude un sector de la sociedad ha visto bendecida la elección del príncipe Haakon por sus padres, el rey Harald y la reina, también de origen plebeyo, Sonia. Ayer, el monarca declaraba su "gran respeto" por la que mañana se convertirá en su nuera. "Estoy inmensamente satisfecho de ella durante el transcurso de los meses en los que la he conocido". El príncipe Haakon asegura que nunca se ha visto "empujado" a elegir entre su novia o el trono, tal vez porque su padre sí tuvo que toparse con este dilema. Sí se le ve consciente del debate de fondo que está haciendo hervir su boda de mañana.
Los más críticos recuerdan que cuando Haakon suceda a su padre se convertirá en jefe de la Iglesia luterana (religión oficial del país), que está en desacuerdo con la cohabitación antes del matriomonio. En abril, un 51% de los noruegos se declaraban favorables a la celebración de un referendo sobre el futuro de la monarquía, una consulta que nunca ha sido convocada.
El príncipe y Eva Sannum, juntos
"¿Ha ocurrido algo? ¿Ya es oficial?". Un grupo de turistas catalanes en Noruega asaltan a los periodistas españoles desplazados a Oslo para cubrir el primer enlace real del milenio y que rondan por la principal arteria de la ciudad, la avenida de Karl Johan. Los acreditados suman una cuarentena. La guía que les acompañó durante el día les ha relatado lo que da por hecho la prensa local: si la modelo Eva Sannum, a quien se relaciona sentimentalmente con el príncipe Felipe de Borbón desde hace más de tres años, ha sido incluida entre la lista de invitados a la boda, significa que "ha sido aceptada" por la Casa Real española. Periodistas noruegos que llevan meses intentando ser la sombra de Sannum confirman que los Reyes Harald y Sonia habrían solicitado el beneplácito de los Reyes de España antes de cursar la invitación a la amiga del príncipe Felipe.
Ambos coincidieron ayer por la noche en la fiesta que sus amigos el príncipe Haakon y su futura esposa, Mette-Marit Tjessem, ofrecieron a modo de despedida de solteros a más de un centenar de personas en el Palacio de Skaugum, donde residirán después de casarse. El diario Dagbladet tenía previsto publicar en su edición de hoy sendas fotografías de Eva Sannum, de 26 años, y de Don Felipe, de 33, en su llegada a la fiesta privada. Pero no juntos. Si el príncipe, vestido con chaqueta y sin corbata, salió del Gran Hotel donde se aloja estos días para coger uno de los autobuses especiales para invitados rumbo al evento, la modelo, que llevaba varios días de reclusión forzosa en su apartamento para evitar el asedio de la prensa, acudió en otro distinto "con otros amigos de la pareja", según un funcionario de la organización.
Entre los invitados, también se contaban algunos de los miembros de la realeza europea que ayer llegaron a la capital noruega, caso de la princesa heredera Victoria y de la princesa Magdalena, de Suecia.
La reina Doña Sofía llegará a Oslo mañana, día de la ceremonia. La única ocasión que la programación permite vislumbrar como marco a un encuentro entre la reina y Eva Sannum es el baile de gala previsto en el Palacio Real tras el banquete que seguirá a la ceremonia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de agosto de 2001