No hay manera de encontrarle el puesto idóneo a Zidane. Que si unos metros más adelante, que unos metros más atrás. ¿Dónde debe jugar Zidane? ¿Y con quién? Las dudas se agolpan. La obsesión crece. Y quizá no haya más solución al problema que dejar pasar el tiempo, que el hombre se ajuste naturalmente a donde más le convenga. Ayer comenzó escorado ligeramente a la izquierda, buscando la compañía de Figo y Roberto Carlos, dos aliados inmejorables. Y acompañado por dos escuderos en el centro del campo, Makelele y Flavio. Pareció entonces que Zidane empezaba a cogerle la onda a la Liga. Entró muy pronto en juego, pidió el cuero con insistencia y produjo algunos pases de su cosecha. Pero se apagó pronto. En parte por el marcaje al que fue sometido. Primero por Albelda, que se empleó con dureza con el francés hasta que fue amonestado. Después por De Los Santos, otro medio centro que se emplea con contundencia. Entre ambos impusieron su superioridad física sobre el centrocampista francés, que empezó a ver cómo le flaqueaban las fuerzas. A pesar de que Del Bosque acudió a socorrerle con un cambio táctico. Retiró a Flavio, introdujo a un extremo izquierdo (Savio), y dejó a Zidane con absoluta libertad en el centro del campo. Con más espacio. Y con más salida por las bandas. Así fue como disfrutó de la mejor ocasión del partido. Ese balón en el punto de penalti que le arrebató Djukic, que hizo un partido impecable. Y es que, en esos instantes, Zidane ya no estaba para muchos trotes. Se le vio sin oxígeno. Azotado por el calor y por la agotadora semana que ha vivido.
MÁS INFORMACIÓN
A parte de Vicente, el triunfador de la noche fue Rafa Benítez, técnico procedente de la cantera madridista que se estrenó en el Valencia con una victoria sobre su ex equipo y sobre su amigo, Vicente Del Bosque. "Teníamos que parar a tantos media punta como tienen el Madrid y lo hemos conseguido", dijo Benítez. Efectivamente, el Valencia pudo con Figo, con Zidane y Raúl, los tres media puntas que había dispuesto Del Bosque. No crearon el peligro que se les supone. Estuvieron neutralizados por el rigor táctico de Benítez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de agosto de 2001