No se revela ningún secreto cuando se constata que una gran parte de los términos empleados para el lenguaje operístico son de origen italiano. De la misma manera tampoco hay sorpresa cuando se dice que el léxico de la danza es francés. Y eso es así porque el barroco francés, sus compositores -Lully, Couperin, Charpentier, Marais, etc.- y coreógrafos, dedicaron una gran atención al baile y a buscar las claves para poder transmitir al futuro sus hallazgos. El festival de Sablè, en el Oeste de Francia, está consagrado a la música y baile de ese período y lleva 23 años existiendo, hasta el punto de haberse convertido en una referencia obligada dentro del mundillo musical.
'Nuestra línea de programación es la misma desde siempre', dice Jean-Bernard Meunier, director del certamen. 'Ofrecemos 14 conciertos en cuatro días para ayudar a descubrir obras y autores poco conocidos, para que el público oiga nuevos intérpretes y para contribuir a la democratización de la cultura musical'.
Puede que la gran estrella de esta XXIII edición de Sablè sea Jordi Savall (Igualada, 1941), que ha ofrecido un recital centrado casi exclusivamente en músicos españoles del XVII: Antonio Martí y Coll, José Marín, Juan Hidalgo, Lucas de Ribadayaz o Gaspar Sanz. En algunos casos se trata de obras de las que no existe edición discográfica. 'La aparición del disco compacto supuso en su día una gran promoción para la música antigua. Hoy los nombres más conocidos tienen toda su obra grabada, existen diversas versiones de ella', dice Meunier, 'pero quedan muchos otros que no han entrado en el circuito comercial. Sablè populariza esos nombres y, en un futuro próximo, impulsará también la edición de discos de los compositores menos conocidos. Estamos pendientes de llegar a un acuerdo con una pequeña compañía discográfica'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de agosto de 2001