Manuel Fraga cumplirá 79 años en noviembre, y el principal líder de la oposición, el nacionalista Xosé Manuel Beiras, llegó a asegurar que Fraga está "gravemente enfermo".
"Un señor", dijo Fraga refiriéndose a sí mismo, "que caza un corzo, y bien saben ustedes dónde se cazan los corzos, que ha estado 10 días de este mes pescando en mar abierto y que ha trabajado como pocas veces, no tiene que dar explicaciones". Pero, "por si acaso", el fundador del PP quiso demostrar que quienes insinúan que su salud se ha deteriorado "mienten y saben que mienten". Y para ello ordenó a continuación que se entregasen copias de dos certificados médicos a los periodistas que escuchaban sus explicaciones sobre la convocatoria electoral.
El primero corresponde a la revisión a la que fue sometido el pasado día 20 en la clínica de un conocido cardiólogo de A Coruña, Alfonso Castro Beiras. Tras practicar una exploración clínica, análisis de sangre y orina y pruebas cardiacas, el médico dictamina que el presidente de la Xunta "no padece ninguna enfermedad y presenta un estado de salud normal". Además, Fraga también hizo entregar el parte médico -que en su día no se divulgó- sobre la operación de hernia discal a la que fue sometido el pasado febrero con "resultados satisfactorios". Después de que se conozcan públicamente estos datos, advirtió el presidente de la Xunta, queda claro que quien lo acuse de estar enfermo sólo puede ser "algún cretino o algún bellaco". Fraga fue un paso más allá y devolvió los ataques a Beiras. "Él sí tenía que explicar dónde pasó largos periodos de su vida", dijo en alusión a antiguos problemas de salud del líder del BNG.
Perplejidad
El gesto de Fraga causó cierta perplejidad en la oposición. El candidato socialista, Emilio Pérez Touriño, prometió que nunca utilizará la salud de sus rivales como argumento electoral, pero ironizó sobre la divulgación de los certificados médicos: "Esto son unas elecciones, no un examen psicotécnico para sacar el carné de conducir". Además, el dirigente socialista recordó que el propio líder del PP se sintió en la necesidad de proclamar hace unos días "lo que se presume como obvio": que se presenta a las elecciones con la intención de agotar el mandato. Alfredo Suárez Canal, del BNG, también culpó al presidente de la Xunta de provocar esta clase de debates por usar las elecciones con el único propósito de "solucionar dentro del partido el problema de su sucesión". En sus 11 años en el Gobierno gallego, el fundador del PP nunca ha designado un vicepresidente ni ha hecho un gesto claro para señalar un delfín.
Fraga dio ayer por concluidas las vacaciones para reunir a su consejo de Gobierno y cumplir el trámite de firmar el decreto de disolución del Parlamento. La fecha elegida para las elecciones, el 21 de octubre, era la que anunciaban desde hace tiempo dirigentes del PP. El presidente de la Xunta confesó que había dudado, ya que su deseo es conseguir la mayor participación y el día de los comicios "coincide con el inicio de la temporada de caza".
La campaña electoral será de dos semanas y comenzará el 5 de octubre. Fraga ya se permitió anticipar su escasa predisposición a celebrar debates con los candidatos de la oposición. En una nueva alusión a Beiras, dijo que discutir con alguien que se refiere a él como la "peste Fraga" tendría "un interés muy limitado".
Las elecciones gallegas 'más abiertas de la democracia'
Van a ser las elecciones "más abiertas de la democracia", proclamó el BNG al poco de anunciar Fraga la disolución del Parlamento autonómico. Los nacionalistas consideran que "por primera vez existe la posibilidad real" de arrebatar al PP el Gobierno autonómico, en el que permanece instalado desde 1981 salvo en un breve lapso de dos años. Idéntico optimismo transmitió el líder del PSdeG, Emilio Pérez Touriño: "Existe la posibilidad de que un socialista gobierne una comunidad histórica por primera vez en España". Las encuestas publicadas en los últimos meses no son tan triunfalistas para la oposición. Vaticinan que el PP mantendrá la mayoría absoluta, aunque tal vez por un estrecho margen, ya que es verdad que el voto a los populares muestra una tendencia a la baja como no se había registrado desde el primer triunfo de Fraga, en 1989. Para el PP, perder la mayoría absoluta equivaldría a la derrota, ya que quedaría aislado políticamente. Aunque en ese caso tampoco puede darse por seguro que BNG y PSOE fueran a unir sus fuerzas. Ambos gobiernan juntos en los ayuntamientos, pero en estas elecciones los socialistas han marcado distancias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de agosto de 2001