Jospin intervino ayer ante las cámaras de televisión francesa para insuflar nueva confianza en la política económica y social de su Gobierno. Las cuestiones económicas centraron la intervención del primer ministro, que defendió el balance de su gestión como principal arma ante un Jacques Chirac que se presentará a las presidenciales de 2002 sin otro bagaje que su simpatía personal y sus siempre renovadas promesas, tan a menudo contradictorias.
La implantación de la tasa Tobin fue defendida por Jospin. "En las presidenciales de 1995 ya hablé de ella y lo hice para defenderla. Ahora Francia respaldará a la presidencia belga de la UE cuando ésta presente ante los organismos internacionales una medida para regular los flujos de dinero especulativo". Jospin reivindica así de nuevo la tasa Tobin pero delega su aplicación a un más que hipotético consenso mundial al respecto.
Las palabras sobre la tasa no fueron las únicas que el primer ministro dedicó a los movimientos antimundialización. "Yo no estuve en Génova. Sólo puedo decir que estoy en contra de la violencia, venga de donde venga. Un grupúsculo de violentos no debe desautorizar la protesta pacífica de miles de ciudadanos. La mundialización es un fenómeno ambivalente, con efectos positivos y negativos. Por eso reclamamos su regulación a través de organismos internacionales". La cuestión de los Organismo Genéticamente Modificados (OGM) también fue puesta en una perspectiva internacional: "Defendemos la moratoria europea de tres años sobre la comercialización de OGM".
Jospin tiene un buen concepto de su gestión: "En cuatro años hemos creado 1.700.000 empleos y reducido el número de parados en un millón. Eso se explica gracias al aumento de consumo y al mayor número de asalariados. De manera directa nuestra política de reducción del tiempo de trabajo ha generado 350.000 nuevos puestos y gracias a los empleos para jóvenes otras 250.000 personas trabajan hoy".
La confianza en su fórmula de "relanzamiento a través de sostener la demanda" hizo que Jospin se mostrase escéptico respecto a la conveniencia de aceptar un aumento de los déficits públicos. "Comprendo que Alemania tiene sus imperativos económicos. Es el principal país industrial de Europa y sus decisiones nos afectan a todos. No creo que convenga descuidar el déficit porque luego lo pagaríamos con un aumento del precio del dinero".
Córcega y las reivindicaciones independentistas también fueron abordadas por el líder socialista. "Es una cuestión que se trata desde una doble perspectiva: la de la lucha contra la violencia y la delincuencia y a favor del diálogo con los representantes democráticamente elegidos". Refiriéndose sin nombrarlos a los ministros de Interior de Balladur y Chirac, Jospin dijo: "Conmigo no habrá transacciones secretas sino transparencia". Ese adjetivo también sirvió para dar por cerrado el debate sobre los fondos secretos del Estado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de agosto de 2001