- RAMIRO HERRERO, Valencia. Tuve 15 días de vacaciones en los que me fui a mi pueblo, pero como ya estaba mentalizado para la vuelta al trabajo, no he tenido tiempo para depresiones. No veo explicación a este síndrome, no le encuentro los motivos. Supongo que la vida moderna hace que cada día ir al trabajo cueste más. Estamos hechos a vivir muy cómodos, cada día más, y cuanto más tenemos, más queremos.
- DEBORAH MINGUILLÓN, Valencia. Yo todavía estoy de vacaciones, pero a partir del lunes, estaré dos semanas de muy mal humor. Sobre todo por el tiempo, cuando vea que con este calor me toca ir a la oficina, me costará mucho acostumbrarme. Después de un mes en el que desconectas de todo, los primeros días todos los compañeros tenemos mucho sueño y ganas de no hacer nada, hasta que nos acostumbremos a la rutina.
- JUVENAL GONZÁLEZ, Valencia. He estado un mes de vacaciones y la depresión post-vacacional me duró un día nada más. Hasta que te vuelves a adaptar al trabajo te sientes fuera de juego, con un cabreo impresionante, pero al día siguiente te acostumbras a la monotonía rápidamente. Ahora hay depresiones por todo, por mil cosas, hay compañeros que se lo toman muy mal, pero en realidad en una semana superas la vuelta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de agosto de 2001