El poder ajedrecístico de la antigua URSS deja estas secuelas.
La selección de la república autónoma de Tatarstan empató(6-6) recientemente un encuentro en Kazan (Rusia) frente a un combinado europeo, que incluyó a los excampeones del mundo
Anatoli Karpov y Alexander Jalifman. El primer tablero de los tártaros fue defendido por Alexei Dreiev.
La desaparición de la URSS produjo grandes cambios en el ajedrez mundial, con un grave perjuicio para los profesionales occidentales: muchos jugadores ex soviéticos aprovecharon la libertad de viajar para copar los primeros puestos de toda clase de torneos en Europa. Y las selecciones nacionales de nuevos países, como Ucrania, Armenia, Uzbekistan y Georgia (mujeres),
lograron medallas en varias competiciones por equipos. Así quedó claro lo que ya se suponía: muchos jugadores soviéticos, desconocidos fuera de su inmenso país, estaban en un nivel cercano al de los mejores del resto del mundo.
El resultado del encuentro de Kazan, que se disputo a doble vuelta los pasados días 15 y 16, corrobora esa tesis. Kárpov y Jalifman tuvieron como companeros de equipo a cuatro colegas
ilustres: el suizo Viktor Korchnoi (dos veces subcampeón del mundo), el moldavo Viktor Bologan, el armenio Vladimir Akopian (subcampeón del mundo en 1999) y la georgiana Maia Chiburdanidze (ex campeona del mundo). Pero no pudieron pasar del empate contra los tártaros. Éstos, junto a Dreiev, alinearon a la subcampeona del mundo Alisa Galliamova y a cuatro jugadores de poco renombre, aunque muy duros: Serguei Rublevski, Andrei Jarlov, Artiom Timofeiev e Ildar Ibragimov.
Jalifman fue el único componente de su equipo que obtuvo más de un punto, al ganar a Rublevski en el segundo partido, tras empatar en el primero, que termino con victoria de los tártaros por la mínima: victoria de Timofeiev sobre Bologan y cinco tablas. Bologan logro la revancha en la segunda manga, pero Ibragimov derrotó a Akopian para redondear un empate muy sorprendente a primera vista, aunque no tanto si se analizan los detalles expuestos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de septiembre de 2001