Ronald Frye, de 42 años, fue ejecutado ayer tras ser condenado a la pena capital en un juicio en el que la defensa corrió a cargo de un abogado de oficio alcohólico, que tomaba 12 copas de ron al día y no prestó atención a los intereses de su cliente. Frye alegó, infructuosamente, que una defensa profesional le hubiese salvado de la inyección letal. El gobernador de Carolina del Norte, que tenía la capacidad de evitar la ejecución, reconoció que la conducta del abogado fue cuestionable, pero se amparó en la culminación regular del proceso de recursos para dar la orden de que se cumpliera la sentencia.
Frye reconoció su crimen. Mató de cinco puñaladas a Ralph Childress con unas tijeras que le dejó clavadas en el cuerpo, cuando el arrendador, de 70 años, acudió a echarle de la propiedad que le tenía alquilada en 1993. También se apoderó del dinero que Childress llevaba en la cartera.
El asesino era insolvente y le fueron adjudicados dos abogados de oficio. El que cubrió la primera fase del juicio no se tomó mayor interés en su caso. Lo mismo ocurrió en la fase de la sentencia, cuando se dilucidaba si la condena a imponer era cadena perpetua o pena de muerte. En esta ocasión, el segundo abogado, Tom Portwood, no sólo se mostró ajeno a la causa, sino que, reconoció luego, bebía mucho, hasta 12 copas de ron al día, y no atendió al caso fuera de la sala. El acusado ha dicho que Portwood nunca olió a alcohol o dio muestras de haber bebido. Lo único era que no hablaba mucho.
Portwood no sólo no hablaba con su cliente. En el juicio pasó por encima de pruebas que el acusado, otros abogados y Amnistía Internacional creen que podrían haber arrojado una luz mitigante sobre el caso. Frye y su hermano fueron abandonados por su madre a los cuatro años y entregados a un hombre que les medía la espalda a latigazos. Las agresiones eran de tal calibre que aún hoy la policía sigue usando imágenes de la espalda del niño en seminarios sobre abusos de menores. A los 11 años, Frye empezó a aspirar pegamento y a tomar otras drogas. Nada de esto trascendió en el juicio.
'En esencia, este hombre no tuvo abogado', señala Stephen Dear, director de un grupo de Carolina de Norte que pide una moratoria en la aplicación de la pena capital. Las alegaciones sobre una defensa ausente por parte de Frye no sirvieron de nada. 'Reconozco que hay dudas sobre la efectividad de uno de los abogados, pero tribunales estatales y federales han revisado el caso y rechazado la reclamación', dijo el gobernador Mike Easly tras autorizar la ejecución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de septiembre de 2001