¿Se imaginan un recinto que a diario es utilizado por mujeres embarazadas, niños pequeños, ancianos, gente con problemas cardiorrespiratorios y en el que, a pesar de estar prohibido, se fuma impunemente mientras los empleados encargados de que se cumpla la norma hacen la vista gorda? Pues ese lugar existe: Metro de Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de septiembre de 2001