Los brotes de fiebre aftosa, enfermedad que arrasa la cabaña ganadera británica desde hace seis meses, alcanzaron ayer los 2.000. La epidemia vuelve a ganar fuerza pese a que ya se han sacrificado unos cuatro millones de cabezas. Las autoridades retrasan hasta el invierno la erradicación del mal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de septiembre de 2001