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TENIS | Open de Estados Unidos

Hewitt se hace grande

El australiano se adjudica su primer Grand Slam y deja el año de Sampras en blanco

La cara de Pete Sampras al final del partido mostraba una expresión tan incrédula como la de la mayoría de los 23.000 espectadores que llenaban la pista Arthur Ashe. Las apuestas no estaban repartidas. En la final del Open de Estados Unidos había un claro favorito y se llamaba Sampras. Pero el australiano Lleyton Hewitt llegó a la final casi a hurtadillas y, con el desparpajo propio de sus 20 años, aprovechó su oportunidad y anotó por primera vez su nombre en el palmarés de un torneo del Grand Slam.

Hewitt, cuarto mundial, ganó a Sampras por 7-6 (7-4), 6-1, 6-1 en 1 hora y 54 minutos, y devolvió de golpe al ex número uno del mundo a su tiempo real. Sampras se quedó a las puertas de su decimocuarto título del Grand Slam. Pero la gravedad del asunto va más allá. El jugador que ha marcado la historia del tenis de los últimos años lleva ya 18 torneos sin ganar. Su racha negativa se inició en el mes de julio del año pasado, cuando se impuso en el torneo de Wimbledon a Patrick Rafter y coronó el mejor récord de su carrera: ganar su 13º título grande y desplazar definitivamente a Roy Emerson (12) de la cabeza de esta clasificación.

El revés fue notable para Sampras porque, además, coincidió justo con el mismo día en que comenzó su largo camino y ganó en Flushing Meadows su primer título grande frente a Andre Agassi en 1990. Su desánimo estaba justificado. Sampras, de 30 años, había llegado a la final sin problemas, y cuando perdió su primer saque en el juego inicial de su partido contra Hewitt, cerró una racha de 87 saques consecutivos ganados en este torneo. Allí comenzó en realidad su tragedia. Allí comenzó a darse cuenta de que ayer no era su día, de que las cosas se le podían complicar de una forma irresoluble.

Y también allí, Hewitt comenzó a creer que sus opciones de ganar al cuádruple campeón del open americano eran reales. Mientras Hewitt iba mejorando su nivel de adrenalina y subiendo el tono de su juego, Sampras iba vislumbrando un final cada vez más certero y cercano. Ni su saque funcionó (se quedó en un 59% de primeros), ni afloraron sus aceleraciones (sólo 35 golpes ganadores) y, en cambio, sus errores fueron aumentando hasta situarse en 38.

Sampras jugó mal. Pero nadie puede restar méritos al triunfo de un Hewitt que ha madurado y que está intentando mostrar su aspecto más humano. Este cambio no sólo le está convirtiendo en un jugador más querido, sino en un mejor tenista. Hewitt, hijo de un ex jugador de fútbol australiano y de una preparadora física, mostró ayer un nivel propio de un campeón del Grand Slam y una solidez impresionante. Por eso logró el título, y por eso entró en la historia. "He perdido contra un gran campeón", confesó Sampras. Hewitt percibió 155 millones de pesetas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de septiembre de 2001