En su gran mayoría, los minusválidos somos un colectivo de personas con pocos ingresos, que disfrutamos de las Pensiones No Contributivas (PNC). Nuestra economía no es para tirar cohetes pero, sin embargo, todo el entorno que rodea al discapacitado: hacer adaptaciones en el propio edificio, en tu propia casa, en el material que utilizas en las acciones más cotidianas (mesas, cucharas...), por no hablar del material ortopédico, superan con mucho nuestro nivel adquisitivo.
No es éticamente correcto, por no decir una inmoralidad, que en las tiendas del ramo los precios de los objetos más simples, no hablemos de sillas de ruedas con motor porque parece que te vas a comprar el coche último modelo que anuncia en la televisión, en cuestión de dos años aumenten en un 200%.
Así, siempre hay que estar dependiendo de subvenciones y de la incertidumbre de que las concedan. Las ortopedias abusan de nuestro colectivo como resultado de todo el entramado que parte del fabricante y pasa por los intermediarios.
El segundo lugar: tenía verdadera ilusión en volver a la Alcazaba de Málaga. No tiene ninguna adaptación para hacerlo accesible a personas con movilidad reducida o que se desplazan en silla de ruedas ¿Por qué el castillo sí y la Alcazaba no?.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001