El Papa Juan Pablo II dedicó ayer su intervención en la audiencia de los miércoles a lamentar y condenar los atentados terroristas que sacudieron el martes Estados Unidos y el mundo. Visiblemente agotado y conmovido, Karol Wojtyla compareció ante los feligreses que llenaban la plaza de San Pedro del Vaticano, sometida ayer a especiales controles de seguridad, para declarar la jornada del martes, 'un día negro en la historia de la humanidad'. El Pontífice instó al mundo, pensando seguramente en las autoridades de Estados Unidos, a que no entre ahora en 'una espiral de odio y violencia'. Wojtyla pidió a los estadounidenses contención y valor en estos momentos porque, dijo, 'todos los creyentes saben que la muerte y el mal no tendrán la última palabra'.
La gravedad de los atentados terroristas del martes indujo al Papa a dedicar la audiencia del miércoles al tema, remediando así la lenta reacción de la Santa Sede que el martes tardó más tiempo que otros Estados europeos en condenar los atentados y enviar las condolencias al presidente George W. Bush. El Vaticano no difundió hasta última hora de la tarde el contenido del telegrama enviado por el Pontífice a Bush. El diario vaticano L'Osservatore Romano, por su parte, estuvo a punto de convertirse en el único de los rotativos del mundo en no dedicar su portada a la tragedia estadounidense. Una decisión de su director, muy a última hora, evitó la omisión al hacer espacio a la noticia en primera página.
Wojtyla remedió esta distracción dedicando su mensaje del miércoles al 'amado pueblo de Estados Unidos en esta hora de angustia y espanto, que dolorosamente somete a prueba el valor de muchos hombres y mujeres de buena voluntad', dijo el Papa. 'Roguemos al Señor para que la espiral de odio y violencia no se imponga', añadió. Juan Pablo II dijo que los ataques producen un 'inenarrable horror', por constituir además, 'una terrible agresión contra la dignidad humana'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001