Soy árbitro de la Federación Madrileña de Voleibol y lo que nunca será justificable es el trato que venimos recibiendo a lo largo de los tres últimos años. A día de hoy no hemos cobrado ningún partido de este año (y estamos en septiembre) y, si los clubes que componen dicha federación realizan sus pagos periódicamente, ¿quién se queda el dinero? Nos sentimos coaccionados y estafados. Esta situación de indefensión produce que cada vez haya menos árbitros, actualmente somos menos de cuarenta (hace tres años éramos 130). Siendo éste un organismo dependiente del Ministerio de Cultura y Deportes, ¿quién puede controlar el continuo expolio al que nos somete la Federación Madrileña de Voleibol?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de septiembre de 2001