Eduardo Sourrouille (Basauri, 1970) presenta hasta el 8 de octubre en la sala de exposiciones de Bilbao arte (Urazurrutia, 32) dos series de fotografías en las que el espectador no encuentra muchas pistas para reconocer que el único sujeto retratado es el propio artista. Creadas con dos años de diferencia, las dos secuencias de más de una decena de imágenes, han sido confrontadas en el montaje Guau guau guau.
La serie Charcografías, de este mismo año, refleja distintas imágenes de un personaje chapoteando en un lodazal con la mirada hacia el cielo. En las fotografías que componen A cuatro patas (si dices algo ahora te creeré) la situación del sujeto es similar, pero mira al suelo y se encuentra totalmente empolvado en blanco.
Las imágenes, colocadas sin orden narrativo, ocupan sólo una de las paredes de la sala de exposiciones bilbaína. Charcografías aparece colgada a una altura de 1,80 metros; la otra serie, de formato más grande, se ha colocado directamente sobre el suelo. Sourrouille quiere subrayar así la estrecha relación formal entre los dos grupos de imágenes, unidas 'con un toque teatral'. 'Es el mismo personaje, las mismas posturas, la escenografía, los encuadres', explica.
El autor deja en un segundo plano que él mismo, como es habitual en sus trabajos, es el sujeto fotografiado. 'No concibo mi trabajo fotografiando a otra persona. Es algo vital, la base sobre la que lo desarrollo. Si fotografiara a otros, haría otro tipo de trabajo', afirma.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de septiembre de 2001