Quiero, con esta carta, sumarme a la ilusionante y olímpica propuesta del alcalde de Madrid proponiendo otra candidatura para la que, sinceramente, creo más preparada a la ciudad y a sus habitantes: la capitalidad europea de la basura. Sin ánimo de pecar de soberbia, creo que la tenemos ganada. No hay más que salir del portal para comprobar la grandeza de nuestras instalaciones y la motivación de nuestros conciudadanos:
- Kilómetros de aceras polvorientas y cubiertas de excrementos de perro.
- Miles de papeleras vacías, rodeadas -por abajo, por arriba y alrededor- de notables cantidades de desperdicios.
- Amplias extensiones verdes cubiertas de hermosísimas botellas y vasos de un blanco níveo.
- Preparadísimos equipos (subcontratados) de limpieza que mantienen la ciudad en un nivel de suciedad acorde con los gustos de sus habitantes.
Realmente, no sé si los madrileños queremos ser olímpicos, pero, desde luego, lo que nos encanta es ser unos guarros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de septiembre de 2001