Francia se solidariza con las víctimas, pero parte de su opinión pública desconfía de una respuesta rápida y devastadora, según demuestra el amplio debate abierto por el Gobierno y los medios de comunicación. Este equipaje de solidaridad con reservas es el que se lleva hoy a Washington el presidente, Jacques Chirac, que, por azares del calendario, será el primer mandatario europeo que se entreviste con Bush tras las matanzas.
Los ministros de Defensa y de Exteriores, Alain Richard y Hubert Védrine, multiplican las advertencias contra la tentación de una "cruzada". Para Védrine, los terroristas esperan "una réplica masiva, indiscriminada, que desate una ola de dolor y de odio sin precedentes entre el conjunto del mundo árabe y musulmán contra el mundo occidental en su conjunto".
Más desconfiado aún, el ministro de Defensa, Alain Richard, sostiene que una respuesta eficaz al terrorismo debe ser "multilateral", implicando a Rusia y a los Estados árabes. Y añade: "El espíritu de todos los responsables debe volverse hacia lo que pueda reducir el peligro terrorista de manera duradera, y no simplemente hacia una acción de castigo".
Interrogado por la cadena ABC sobre esas declaraciones, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, rechazó que su país esté organizando una simple acción de represalia, e insistió en que se trata de una situación "de legítima defensa" y de "atacar al terrorismo en su raíz".
Por su parte, el ex ministro francés de Justicia, Robert Badinter, afirma que los atentados merecen ser juzgados como "crímenes contra la humanidad", tal como los define el Código Penal Internacional; pero ese instrumento jurídico sólo ha sido ratificado por 38 países de los 60 necesarios, y entre ellos no figura Estados Unidos. No obstante, el Estado Mayor del Ejército francés ha comenzado a elaborar planes sobre su participación militar en una eventual respuesta.
Compasión
Chirac, que ha hablado con Tony Blair, José María Aznar y otros dirigentes de países europeos antes de su viaje a Washington, aprovechó ayer la compañía del actor Paul Newman, en la inauguración de un centro de niños enfermos, para reiterar que la solidaridad entre EE UU y Francia debe expresarse "con tanta fuerza como corazón". Y si el presidente mantiene esa postura, el Gobierno de izquierda tampoco ahorra las expresiones de compasión hacia las víctimas, pero subraya su derecho a decidir de forma "autónoma". El 68% de los franceses acepta que su país participe en la réplica estadounidense, un porcentaje elevado pero no masivo.
Y aunque las tensiones preelectorales se hayan apaciguado, subyace la preocupación de no sobresaltar a las bases. Así, los esfuerzos del secretario general del partido comunista, Robert Hue, para blanquear años de antiamericanismo tropezaron el fin de semana con unas bases poco dispuestas al giro. En plena fiesta de L'Humanité, en París, un orador que hablaba de Estados Unidos como de "un espacio de democracia y de libertad" fue respondido con abucheos.
El debate francés sobre el grado de compromiso internacional corre en paralelo con el refuerzo de las medidas de seguridad interna. El temor a una acción terrorista contra alguna de sus instalaciones nucleares o la repetición de atentados islamistas en el metro o en los ferrocarriles -que se produjeron hace seis años- mantienen en alerta a las fuerzas de seguridad. Pero el Gobierno desmintió ayer todo conocimiento de un proyecto de atentado contra el Parlamento Europeo, del que había informado el Sunday Telegraph, que atribuyó a Bin Laden el plan de matar a los 625 eurodiputados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de septiembre de 2001